¿Dónde Está Alaska?

Epílogo

Jueves 8 de noviembre.

Jake

Escucho el sonido de las puertas de la iglesia abrirse seguido por el de varios pares de pisadas acercándose. Me mantengo inclinado sobre el ataúd, mis ojos están llenos de lágrimas que caen sobre el maldito traje negro que estoy usando... El lugar está vacío, nadie ha venido al funeral.

Volteo al escuchar los pasos cada vez más cerca y mis ojos se humedecen mucho más, pero esta vez por un sentimiento distinto a la tristeza.

—¿Triste? —Me dice con su voz cargada de burla.

—¿Qué demonios hacen aquí? ¿Los cuatro tienen el cinismo de venir a burlarse? —digo observando como cínicamente todos visten de negro.

—¿Nadie ha venido? Oh, olvidaba que nadie recuerda, lo siento —Se burla Jeremy.

No recuerdo lo que pasó el día que fuí a buscarla luego de que Erik muriera, solo desperté en mi casa con un fuerte dolor de cabeza y el recuerdo de su voz gritando mi nombre me atormenta.

El cuerpo de mi hermana Alaska apareció afuera de mi casa el día miércoles siete de noviembre, mismo día en el que murió siendo brutalmente torturada. El ataud debió ser sellado debido a que la mayoría de sus extremidades fueron cortadas.

Su padre fue el primero en verla, no la reconoció y no lloró su muerte, nadie lo hizo. Nadie en el pueblo recuerda quien fue Alaska Hartley y nadie quizo asistir a su funeral. Todos aún sufren por la trágica muerte de Harry Howell y su madre y la más reciente muerte de Erik Williams.

Nadie ha llorado por Alaska y más que eso a nadie le interesa....Ellos han hecho que su muerte no valga ni siquiera el sentir lástima. Todos han olvidado nuevamente, menos yo.

—Pero vamos quita esa cara eres demasiado afortunado ¿Qué se siente ser el único que lo hace?

Levanto la vista y lo observo, cansado de su juego e implorando lo único que en este momento necesito.

—¿Quieres acabar con la tortura? —habla Alex.

Asiento pero Jeremy solo ríe negando con su cabeza.

—Aún no, amigo mío.

Él sale y Matt y Chase lo siguen pero Alex no lo hace, él se queda viéndome muy fijamente por al menos dos minutos y luego asiente hacía mi antes de ver por algunos segundos el ataúd.

El chico se va y la puerta se cierra. Me volteo y observo con extrañeza el lugar...Estoy en una iglesia, de traje y frente a un ataúd que no me permite ver quien se encuentra dentro.

Sin saber porqué, paso ahí el resto de la tarde y solo cuando la noche está cayendo me dirijo al cementerio y sin ayuda de nadie me encargo de darle sepultura.

—No se quien seas, ni que hacía yo en esa iglesia —digo colocando una rosa sobre la fresca tierra —Pero se que mereces una digna sepultura.

Dicho eso me marcho del lugar caminando entre las lápidas, olvidando porque mis ojos están rojos e inchados de tanto llorar, olvidando todo el dolor y a los causantes de este... Y sintiendo un poco de paz interior.

Mientras los restos de Alaska Hartley yacen en aquel cementerio bajo aquella lápida sin nombre ni fecha, y que poco a poco irá siendo olvidada.

Fin.