11. Estrella de una medianoche

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Plutón

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Plutón.

Plutón fue un planeta, luego lo denominaron como un satélite y volvió a ser un planeta, pero uno enano.

Muchos dirían que lo bajaron de nivel, pero yo digo que no lo comprendían realmente. ¿De verdad creen que es muy pequeño para ser un planeta? ¿Alguien es lo suficientemente enano para dejar de ser o nunca ser algo que desea?

Es como si naciese un humano, pero al cumplir los dos años no llega al metro, ¿eso lo rebaja a un ser inferior al humano? Técnicamente sí, pues les llaman humanos enanos.

Nos clasificamos los unos a los otros a pesar de formar de una misma línea, siempre tenemos que ver diferencias en el otro y tratar de ser mejores, ¿no es así?

¿Por qué Plutón?

Porque Plutón es especial así como Platón y sus frases filosóficas revolucionarias.

La semana fue complicada y estuve todo el tiempo con Clark, quien hablaba de Freya como si verdaderamente fuese una diosa, dijo que Joshua —el novio de la difunta— se leyó el diario y en definitiva iba hacia quien lo encontrara como una lección, todavía no terminaba de asimilarlo, pero como se lo había prometido, Clark llegó con él el miércoles.

Era un cuaderno de pasta dura con la portada rosada y Clark no tuvo las fuerzas suficientes para abrirlo, lo observaba, lo tocaba e incluso lo abrazaba como si se tratase de la misma Freya.

—Ella sufrió mucho, Emma —murmuró—, Dominik la lastimó, yo lo sé.

—¿Dominik? —pregunté un poco apenada.

En ese momento estábamos en las gradas, sentados uno frente al otro. Clark no me observaba, sus ojos estaban fijos en el cuaderno.

—Su ex novio, seguro habla de él aquí y, a pesar de saber cómo era con ella porque los escuchaba, me da miedo saber cómo en verdad la trataba, Emma. Ella no lo merecía, era un ángel.

Me hubiera gustado conocer a Freya. Se veía alguien fenomenal por cómo Clark hablaba de ella, aunque no me hubiese agradado ver a Dominik.

Después de unos minutos y que Clark observase inquisitivamente el cuaderno, lo abrió. Había una pequeña frase al inicio del cuaderno, la cual saltaba incógnitas en la mente de Clark, cual estaba confusa como en una fuerte tempestad pero de emociones, en vez de lluvia; de palabras, en vez de vieto y de sentimientos en vez de truenos.

En la siguiente páginas había una especie de dedicatoria, la cual saltaba aún más dudas a Clark.

—Para aquellos que desean —murmuró.

—¿Qué? —pregunté.

No me correspondía en lo absoluto, pero no había entendido a Clark, era una dedicatoria, como ésas que llevan los libros, pero ¿qué hace en un diario?

Tintes de otoño | completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora