Capítulo 18: El señor circo quiere adoptar a un hámster con buenas manos.

4K 673 710
                                    


Owen.

—¿Por qué es-estás pálido? —Kurt dejó caer su mano en mi frente.

Fui sincero y le dije que había tenido un ataque de ansiedad regreso al apartamento. Pero que me encontraba bien y ya me había medicado. Quise hablarle con la verdad aunque me asustara lo que pensara sobre mí.

¿Por qué te asustas, Owen, sí se supone que eres alguien muy seguro?

—Lo si-siento —dejó caer su frente sobre la mesa del local—. Es mi cu-culpa, ¿verdad? No debí haberte pe-pedido esto. De verdad lo siento. Mu-Mucho.

No tienes porque asustarte. No te gustaría sino fuera por cómo es.

—Cómprame algo dulce y no me quejaré. —Hablé, dejando caer mi frente de igual manera.

—Cómpralo tú, no qui-quiero ir a la caja.

Extrajo un billete dentro de su bolsillo y lo extendió sobre la mesa para que yo lo tomara. Íbamos camino a la función del circo pero hicimos parada en una tienda de conveniencia ya que teníamos hambre. Yo había comprado unos sándwiches porque él no quería tratar con el dependiente y ahora solo estábamos planeando el resto.

Tomé el billete y me arrastré fuera del banco. Las luces blancas de el establecimiento me hicieron parpadear un par de veces por el brillante reflejo así que eché un mechón de cabello al frente para no ver las luces.

—No quieres nada dulce, ¿cierto? —Alcé la voz al adentrarme en el pasillo de galletas.

—N-No, gracias. —Elevó su mano para que viera su señal del otro lado.

Revisé mi billetera y extraje más dinero. Era claro que no iba a usar su billete, somos universitarios y el dinero de cada uno es oro. Tain dice que cuando alguien te invita lo aceptes por esa misma razón pero no soy un abusivo.

A menos que me inviten un pastel de helado...

Tomé unas galletas de mantequilla con chocolate y seguí de largo hasta los refrigeradores para tomar una botella de cerveza. Rogué porque no estuviera quemada y me encaminé a la caja.

—Los chocolates están al dos por... —El chico de la caja se detuvo con una sonrisa al verme tomarlos—... ¿Va a ser todo?

—Sí... Am... —le entregué mi billete y observé las monedas en mis manos, dudoso si dárselas. Tomé una gran bocanada de aire para no pensar en ello.

Las monedas están sudadas por mis manos.

Le entregué las monedas y volví a la mesa. Kurt me miraba con la mejilla sobre la madera, sin hacer absolutamente nada, ni siquiera un gesto. A veces tenía ese rostro de estar por dormirse en cualquier momento.

Dejé el billete verde sobre su cabeza.

Dio un respingón de susto por el contacto—. ¿Qué? ¿No lo u-usaste?

—Nop, niño verdoso, pero te compré una cerveza. —Puse la botella frente a él y me reí al ver como sus ojos se iluminaban ante el alcohol.

—Graciaaas... —Extendió sus brazos para abrazar el envase frío y entrecerró los ojos con sueño—, espero que el frío de e-esto me reviva porque a este pa-paso no llegaré vivo al circo.

Él abrió la botella con un destapador azul que colgaba de uno de los estantes con papas fritas. Yo abrí mi empaque de galletas y comencé a comerlas mientras Kurt se bebía la cerveza.

—¿Así que no sueles comprar en lugares así por qué no te gusta hablar con los empleados? ¿Es por ansiedad? —Cuestioné, extrayendo el mapa guía dentro de mi mochila debajo del asiento.

El apartamento que se convirtió en zoológico. {FINALIZADO}Where stories live. Discover now