Epílogo: El apartamento que se convirtió en zoológico.

2.7K 540 1.2K
                                    


Owen.

Después de ese día, creo que fue cuando comencé a entender las palabras de Sanft: No quería disculparme por cosas que me dolían, deseaba la libertad de llorar por las cosas que no elegí. Quería esa paz. La anhelaba demasiado.

La decisión de tener esa vida estaba en mis manos, y aunque tardé en darme cuenta, ahora no quería dudar en tomarla. No la iba a dejar ir, quizás así todo ese tiempo valdría la pena  y quedaría sin arrepentimiento alguno.

"Te amo" y "Lo siento": Fueron mis primeras palabras favoritas.

El olor del arroz frito con mantequilla  en el sartén podía sentirse en mi lengua junto al vapor que se generaba sobre él. Los pequeños trozos de zanahoria y cebolla asada eran parte de su imagen, resaltando el aroma y la apariencia. Metí un tenedor para tomar un poco, lo soplé y lo probé alegre.

—Ah, sí... —peiné mi cabello detrás de la oreja, pegando mi mejilla el teléfono—. ¿Estás en la playa ahora mismo? El verano es caluroso, que bueno que estás con tu familia. Tain se fue de viaje también, volverá en unos días.

—Ojalá vuelva pronto para que vayamos con Sasu. Estoy comiendo mariscos. —Respondió emocionado Sanft, al otro lado de la línea.

—Sí, quiero verte. —Afirmé con sus sentimientos contagiados, repleto de la imagen de la playa que tanto me disgustaba pero las delicias que podía comer en los restaurantes cercanos al igual que las bebidas frías y dulces.

Respiré con fuerza cerca del arroz, apagando el fuego. Repentinamente, el suspiro acompañado del frío en mi nuca me hizo dar un brinco del susto junto a un grito ahogado, ocasionando que el tenedor se cayera de mis manos y Sanft se alarmara.

—¿Estás bien? —Preguntó el rubio, un poco de interferencia lo hacía escuchar raro.

No, un duende me acecha. Ayuda...

—Sí, fue un mosquito —reí nerviosamente. Kurt sonreía con picardía a mis espaldas; su beso repentino en mi nuca no tenía un significado claro; él solía hacer cosas más raras con el pasar del tiempo, como si quisiera mostrarse completamente libre a mi alrededor. Aunque a veces me perturbaba cuando se disfrazaba de distintos animales—. No te preocupes. ¿Qué decías?

—Ah, la villa donde me quedo con mi familia está cerca de la playa y rodeada de restaurantes familiares. Los mariscos son muy buenos y hay unos bares donde sirven postres fríos —procedió Sanft con elocuencia. Asentí aunque sabía que él no podía verme. Kurt no habló ni irrumpió más, pareció volver a la sala—. Podrían venir todos en invierno, antes de navidad. Ya las últimas fechas son buenas pasarlas en la ciudad o con sus familias.

—Eso suena increíble.

Me agaché para rebuscar entre el cajón inferior la vajilla donde serviría la comida de ambos. A ninguno le gustaba comerla caliente, por ello la preparaba al menos una hora antes de comerla y la dejaba reposar. Mi espalda no era muy feliz de tener que agacharme para todo, desde poder hablar con Kurt a su altura o preparar la comida cuando no teníamos dinero para pedir algo.

A Kurt ni cocinar le gusta.

—¡Arre! —Kurt hizo presencia con una exclamación.

Golpeó su entrepierna contra mi trasero, ocasionando que mi cabeza se golpeara con los cajones y me colorara de la vergüenza. Le dije a Sanft que luego hablábamos, colgué la llamada, y giré con molestia por la repentina cabalgada que trató de hacer Kurt.

SOLO TRATO DE COCINAR EN PAZ,

—¡¿Por qué hoy andas tan animado, ah?! —Le grité enfurecido, haciéndolo retroceder con las manos en alto y un par de sonrisas contenidas.

El apartamento que se convirtió en zoológico. {FINALIZADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora