Capítulo 36: Déjalo ir, te vas a lastimar si no lo sueltas.

2.7K 531 730
                                    


Owen.

Sentía una ira incontrolable hacia mi propia capacidad mísera de autocontrol. Una ira patética que me hacía querer gritar aunque los gritos no resolvieran mis problemas.

Quería escapar de todo, pero tampoco podía soltarlo. Incluso si sangraba, no iba a dejarlo ir.

—Siento que estoy muriendo.

Kurt parecía un pequeño retoño esforzándose por crecer en tierra no fértil. Estaba dando su último esfuerzo, inclinándose a un lado hasta secarse. Como si me pidiera a gritos un poco de agua, pero yo ni siquiera me podía comparar a algún recurso natural. Sentía que lo estaba pisando.

No sé cómo ayudarte si no puedo controlar esta repugnante emoción en mí.

Me aferré a mi pecho mientras corría con gran velocidad al lado contrario, deseando no voltear para no detenerme por él. Si lo veía un segundo más mi corazón no podría soportarlo. Iba a derramarse todo.

—Si la vida es como una montaña rusa —recordaba sus palabras ese día en el parque de atracciones—, en ocasiones puede tardar demasiado en subir o la caída puede parecer eterna. Ha de ser peligroso, ¿cierto? ¿Estarás subiendo para quedarte allá o vas lento para caerte con fuerza?

Esa caída será dolorosa...

—Estoy aterrado.

Completo silencio. Mis manos se extendían al frente como si trataran de recoger la luz blanca entre las calles. Cada paso, mis tenis al frente y los jadeos sordos. Por segundos solo pude escuchar mi propia respiración.

Como si mis oídos y mi corazón estuvieran atorados en mi oído, golpeteando, acallando lo demás. No sabía hacia dónde estaba corriendo ni porqué lo hacía, aunque mi cuerpo me alertaba al acalorarme el rostro y no me permitía mantener los ojos abiertos ante la luz del sol. Iba a desmayarme.

Esas pastillas eran demasiado...

—Vendré por ti mañana. —Los susurros saltaron de golpe, asustándome como una película de terror.

No lo hiciste. Nunca volviste.

Estaba esperándolo. Mis pantalones llenos de sangre, el silencio repentino, las patas tiesas, mi mirada inexpresiva ante un cuerpo contraído y helado como si nada hubo sucedido. Observé mis manos, a mis alrededores, no pude hablar pues quería permanecer en aquella quietud. Entonces su ojo:

Su ojo enrojecido, como si alguna vena le hubo estallado por el impacto. Profundo, la pupila dilatada sobre mí. Heló mis poros, abriéndome la boca de forma forzada y encogiendo mis sentidos lúcidos.

Grité sin parar, pero nunca volvió por mí. Nadie llegó.

—Entonces gritas y vendré corriendo hacia ti. —Kurt me reconfortaba, pero debajo de su apariencia él tampoco estaba seguro de prometer aquello.

—AAAAAAAH. —Grité para detener el silencio que se apilaba junto a mi respiración, dando otro paso que me hizo perder el equilibrio debido al flaqueo de mis rodillas.

Trastabillé al frente, alargando mi caída con pasos largos que cruzaban el césped hasta golpear mi rostro con su pecho. Caí de rodillas, me sostuve de su torso mientras respiraba con fuerza para hacer volver el aire a mis pulmones.

—¿Estás bien?

—No. —Tosí, ocultando mi rostro que sudaba en seco.

—Puedo verlo, Owen —Xander se encogió para tomar mi rostro entre sus manos, apartando los cabellos de mi frente para limpiarme con unas servilletas viejas que llevaba en su sudadera—. ¿Pasó algo antes de salir?

El apartamento que se convirtió en zoológico. {FINALIZADO}Where stories live. Discover now