31°

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Jiang Cheng miraba unos programas entretenidos en la TV, mientras Wen Yuan jugaba a su lado con unos pequeños autos que Xichen había comprado para que el niño no se aburriera. Desde que se había ido Xichen todo estaba tranquilo pero él no se sentía así, algo le afligía, no sabía cómo estaba el mayor, ya habían pasado varios días, si no se equivocaba, se iba por el sexto día, y ni habían ni señales del abogado.

Wen Yuan cayó de trasero por pisar uno de los autos y empezó a llorar.

— Ten cuidado — se arrodilló en el piso — eres un niño fuerte, no debes llorar por esta pequeñez — le limpió las lágrimas y sacudió la parte trasera de Yuan.

— Tío...dón..de..Chen — Yuan sabía sobre Xichen, también estaba conviviendo con Jiang Cheng pero echaba de menos la presencia del mayor.

— Él está trabajando, llegará en unos días, ya sabes, trabajo es trabajo — acarició uno de los pequeños autos.

— ¿Llamamos? — propuso el pequeño y llevaba la mano con el dedo pulgar y meñique estirados, simulando un móvil.

— Dejó el suyo — apuntó al aparato sobre la mesa junto a los documentos de la moto comprada.

También tenía ganas de llamarlo, escuchar su voz y saber cómo estaba. No pensó que echaría de menos sus insinuaciones y atenciones. También echaba de menos sus labios, el primer beso que se habían dado y no sabía si sería el último. Subió a Yuan en la cama y le puso un canal de dibujos. Estaban entretenidos viendo a los perros con disfraces de distintos oficios que eran liderados por un niño, hasta que empezaron a tocar la puerta con insistencia. Fue a abrir pero se lamentó. Había sido tan idiota al no obedecer a Xichen e hizo todo lo contrario. Unos hombres lo agarraron de ambos brazos y se adentraron a la habitación.

— ¿Qué tal tú vida de niñera? — Wen Mao tenía un arma en mano y apuntaba con ella a Yuan.

— Eso no te concierne — gruñó.

— Por supuesto que sí me concierne, tienes al mocoso y es de mi propiedad — habló entre dientes.

— ¡Él no es propiedad de nadie, mucho menos de un bastardo como tú! — escupió.

— Bien, bien, vamos a llevarlo con mi padre y veremos qué hace contigo y con este bastardo, Xichen fue muy valiente para enfrentarnos, veremos si lo eres tú también — apoyó una rodilla en la cama y arrastró del brazo a Yuan que lloraba a mares.

— ¿¿¡Qué le hicieron a Xichen!??

— No te incumbe.

¿Por qué ninguno del personal del hotel llegaba a la habitación?. Se suponía que todo era visto por cámaras de seguridad.

— Déjalo, no lastimes al niño — intentó moverse pero lo tenían fuertemente sujetado.

Wen Yuan aclamó por sus brazos, quería que Jiang Cheng lo cargará y lo protegiera de esos hombres. Mordió la mano de Wen Mao y salió corriendo hacia la pierna de Jiang Cheng.

— Puedo ir con ustedes sin resistirme, sólo permite que yo lo lleve — miró fijamente a Wen Mao que pensaba en lo dicho.

— Está bien, sólo porque quiero ahorrarme los berrinches de este estúpido mocoso — sonrió de lado — llevenlos.

Ordenó e hicieron caso. Jiang Cheng cargó entre sus brazos a Yuan y lo cubrió con una manta azul. Wen Mao se había quedado solo en la habitación revisando las cosas que estaban ahí, y se encontró con los teléfonos móviles y unos documentos. Ojeó cada hoja y encendió el primer móvil, se dió cuenta que era de Xichen y por suerte no tenía ningún patrón de bloqueo. Pulsó su bandeja de mensajes y revisó el primer chat, después de eso, sonrió de lado y se guardó la hoja con dicha dirección en ella.

Destiny - YiZhan Où les histoires vivent. Découvrez maintenant