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-Muy buen trabajo, Gu.- Mew halagaba a su robot mientras que ahora se encaminaban a la oficina de un edificio blanco para hablar negocios con la jefa misma del edificio también conocida por crear tales humanoides como Gulf y demás.

Ella está sentada su mesa a oscuras aunque la pared de detrás es de cristal por tanto la luz de la luna ilumina bastante. Ella alza la mirada sobre sus lentes con frustración.

-No tengo tiempo para tus estupideces, Ai'Mew.

-Vamos, hermana mayor. ¿No puedes darme un poco más de cariño?

-¿Cómo entraste?

Mew mira sobre su hombro para que su robot le muestre el ojo ensangrentado de aquel desagradable hombre. La mujer hace un rostro de desagrado.

-¿Encerio quieres llegar tan lejos?, Ai' Mew. Sabes que no podrás llevar mi compañía abajo. ¿Querido papi no quiso darte la herencia? No es de mi incumbencia. Es hora de que lo aceptes. Yo siempre estuve destinada a esto. El robot que traes contigo es prueba.

-Tus robots tienen fallas. Ellos pueden sentir emociones humanas. ¿No ves lo mortal que es eso?

-Es imposible que ellos las tengan.

-Él sí... Él...

Mew concurrió con una mentira de último minuto. Miró a todos lados con sus ojos mientras reposaba sus manos en la mesa para lucir profesional.

-Él se enamoro de mí.

Gulf sintió algo extraño en su cerebro al oír eso. Su mente busco por las redes todo lo relacionado con "amor" viendo dentro de sí mismo muchas imágenes tiernas, románticas, tristes o divertidas. Se quedó quieto pero sonrió con sus labios un poco.

-¡Ja! No me digas. ¿Cómo probarás eso? Un beso no es nisiquiera una prueba ya que él es un robot de prostitución.

-Ya lo verás. Lo probaré. Mientras tanto espero disfrutes de tus fortunas.

Mew camina hasta Gulf para agarrar el ojo sangriento y tirarlo al pecho de su hermana. Su hermana grita como loca moviendo sus manos en el aire mientras que mueve los pechos para los lados pero eso sólo hace que el ojo baile en ellos.

Mew se fue corriendo más rápido que un trueno. Gulf lo siguió.

Entraron al auto y la niña que Gulf anteriormente había salvado estaba sentada en los asientos traseros con una sonrisa amable.

-¿Le hicieron una broma terrible a alguien?

Ella pregunta.

-¡Ay! ¡La mierda me está hablando!- Mew chilla con disgusto mientras se pone el cinturón en el asiento pasajero. Gulf amablemente la mira sobre su hombro.

-Más se asusto él que la que recibió la broma.

Gulf le chismorrea. La niña ríe junto a él.

-Bueno, niña, creo que ya tengo la localización de tus padres.

Con tan sólo rastrear su rostro, Gulf obtuvo toda la información en redes sobre ella. Venía de una familia común en los suburbios de clase media. Gulf arrancó el auto con mucha velocidad a pesar de que este era un hermoso y negro DBS Superleggera.

 Gulf arrancó el auto con mucha velocidad a pesar de que este era un hermoso y negro DBS Superleggera

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Llevaba el turbo encendido a toda velocidad con cuidado de no atropellar a nadie. Pasaban las luces de la ciudad nocturna a la velocidad de un rayo. La niña andaba gritando con una sonrisita mientras que Mew tan sólo se sostenía de la manija del techo del coche.

-¡MALDITOOOOO! ¿POR QUÉ SIEMPRE GUÍAS A ESTA VELOCIDAD? ME DAN GANAS DE VOMITAR.

-Para eso lo hice, sr. M.

Gulf responde con orgullo. A Mew se le llenan los cachetes con vomito luciendo indefenso. El mencionado voltea en dirección a Gulf para vomitarle encima en cuestión de venganza aunque le sale mal ya que cuando vomita, Gulf levanta una bolsa marrón para que el vomito caiga en ella.

-Hay una niña presente, sr. M. Debe ser más caballeroso.

Mew toma la bolsa lentamente para llevarla a su pecho. El auto brinca y todo el vomito cae en su rostro. Gulf lo mira y hace una cara de: «Oops. Estoy en serios problemas.»

Después de llevar a la niña a su respectivo hogar, llegan a su pequeño departamento muy alejado de los estruendos de la ciudad en una pequeña colina.

Mew se estaba bañando con pequeñas maldiciones mientras que Gulf cocinaba huevos en la cocina con un delantal rosa puesto sobre su galardonado esmoquin que aún tenía unas cuantas gotas de sangre. Por la salud del sr. M se puso unos guantes para cocinar con más calma.

De repente, el sr. M gritó con espanto desde la ducha.

Mi Pequeño Robot| MewGulf Donde viven las historias. Descúbrelo ahora