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Wendy le explica todo. Al final de su explicación, entre las figuras de ambos Mew y Wendy se puede ver un Gulf muy triste que sólo mira al suelo tratando de calcular todo en su mente recolectora de datos.

—Sr. M...

—Sí, Gulf. Dime.

Mew se postra a sus pies con mucha preocupación tocando todos los lados de su desanimado rostro.

—Debe debilitarme.

—¿Qué?

—Debe debilitarme y tirarme al...

—¡NO!

El sr. M grita de momento causando un estruendoso eco en la sala que hace brincar a Wendy. Gulf vuelve a suspirar.

—¡SEÑOR, ESCUCHE CUANDO LE HABLO!— Gulf grita con autoridad. Mew voltea con rabia señalándolo con su dedo índice.

—Tú... Estás pidiendo que te tire. Que te abandone cuando sabes lo mucho que significas para mí. He hecho de mi aprecio algo invisible acaso y ¿No me he dado cuenta tal vez? ¡NO TE VOY A APAGAR!

—SEÑOR, ES LA ÚNICA MANERA.

—¡NO LO ES!

Mew se rehusa. Él voltea hacia su hermana con la respiración agitada como la de un animal.

—Debes saber de otra solución, idiota estúpida.

Wendy traga hondo ante la cercanía de la bestia de su hermano.

—Podríamos hacer una visita a Francia.— Ella sugiere.

—¿Qué esperas para ordenar el vuelo? ¡Hazlo!

Él azota su mano contra la mesa tras ella para irse de nuevo a la habitación. Wendy finalmente suspira todo el aire que contuvo debido a la tensión. Ella mira a Gulf. Gulf desvía la mirada.

—Espero que el viaje valga la pena.— El humanoide dice para darle una mirada mortal. —O con esta misma mano que me pusiste te aplastaré la cabeza como cáscara de huevo.

Wendy se retira de la sala con muchos nervios en su cuerpo.

  Van en avión privado hacia Paris Francia. Wendy es la que se queda en el hotel mientras manda a su hermano a la Presidencia de la República Hôtel Matignon. Claramente con reglas a seguir para extraer información sobre quién es el creador de Gulf.

Con las indicaciones de su hermana y su tremendo disfraz de amable anciano jorobado con bastón más una peluca calva con apenas mechones de cabellos blancos lo hicieron pasar por el lugar demasiado bien. El sr. M sólo les dijo el nombre de a quién buscaba y los empleados lo llevaron a la oficina con mucho respeto. Al entrar en la oficina se encontró a un hombre realmente teniendo la edad que el sr. M aparentaba. El hombre lo saludo todo amigable caminando hacia él con movimientos de pingüino.

—Ay rayos... Me sentiré mal si le doy...

El sr. M susurra. Justo cuando el hombre amable sacude manos con él, el sr. M le es sincero yendo directo al grano con una sonrisa gentil:

—Escuche. Se supone que debía extraerle la información a la fuerza. Pero ya que veo que está en esta edad... ¿Podría sólo decirme quién crea las máquinas 2020875?

El contrario deja de sonreir para meterle un cabezazo. El sr. M jadea retrocediendo por desbalance. Llega a recuperar el balance pero ahí mismo el hombre le mete una patada en el pecho que lo hace caer al suelo.

—De acuerdo. Sin pena.

El sr. M dice al techo asintiendo repetidas veces para entonces apoyar sus manos arriba de su cabeza para dar un brinco que lo devuelve a sus pies.

—¡ERA PELEADOR DE BOXEO! No te daré información.

El hombre se niega completamente con dos puños alzados.

D'accord. (De acuerdo.)— Mew dijo en francés encogiéndose de brazos para tan sólo lanzar su primer gancho cual contrario esquivo para agarrar su muñeca metiéndole un codazo en el antebrazo por lo que el sr. M pega un grito.

El viejo aprovecha para darle un golpe en la garganta al sr. M con la técnica de la "Mano Katana" de las artes marciales. El cuello del sr. M se pone rojo por el fuerte dolor que hasta él debe sostenerse su propia garganta pero el anciano lo toma de la garganta para lanzarlo contra el mueble en su oficina sin soltar su cuello. El sr. M gruñe con los ojos en grande agarrándose de la chaqueta del anciano para tratar de empujarlo. El anciano está de cuclillas al lado del sr. M con una sonrisa malévola.

—¿Quién te envío?

El sr. M sigue gruñendo sin contestarle.

—Dime quién te envío y te soltaré.

El anciano prosigue. El sr. M abre su boca por asfixia. Lágrimas bajan de sus ojos por la presión.

Justo ahí, la puerta de la oficina sale a volar por toda la oficina hasta romper la pared de cristal de la oficina y caer por ella.

El anciano mira sobre su hombro y hay un chico joven de ojos azules humanoides vestido con un esmoquin negro con una máscara de polvo negra.

El chico sostiene una pistola silenciosa la cual alza con cada paso que da en dirección al anciano. El anciano suelta al sr. M para alzar sus manos con una nerviosa sonrisa.

—¿Y tú quién eres?

El anciano pregunta mientras que el sr. M tose para recuperar su aliento. Gulf lo ojea de reojo con preocupación pero decide enfocarse en el anciano de ojos azules y cabellera negra.

—Responda a la pregunta de mi señor...— Gulf va diciendo. En un rápido movimiento apunta al miembro del anciano para dispararle y rápido apunta el rostro del anciano que ahora grita con mucho dolor. —o vaya despidiéndose de todo.

Mi Pequeño Robot| MewGulf Onde histórias criam vida. Descubra agora