FINAL

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Märco

Con la cabeza gacha y la sangre fluyendo de mi boca, tuve el descaro de rendirme. Livet gritó angustiada al ver que no me defendería de ninguno de sus ataques. Ni verbal, ni físicamente. Aunque siendo sincero, esta ultima se veía dificultada por mis manos y pies colocados a mi espalda y atados con las cadenas.

Otra contracción involuntaria al sentir la hermosa daga que yo mismo había mandado a confeccionar para ella en tu veinticincoavo cumpleaños.

—¿Por qué? —preguntaba. —¿Por qué no fingiste al menos estar de su lado? ¿Por qué dejaste que me hiciera esto?

Sonreí escupiendo un poco. Ella me heria de muerte provocando múltiples y consecutivas laceraciones que no lograban su cometido.

—Acaba conmigo ahora, de lo contrario seré yo quien disfrute de despellejarte viva.

Bofetada, seguida de otro corte. Era demasiada sangre perdida. Mis minutos estaban contados. No sobreviviría a otro ataque.

Y así lo deseaba.

"—¿Te crees demasiado bueno? Hace años que nuestro gran señor ruega por tu consideración. Pero mírate, aquí estas mirándonos sobre tu hombro.

—Pagaras el precio de saciar tu curiosidad, chica perdida."

Increíble que la única persona que viniese a mi pensamiento fuese la chiquilla odiosa que había encontrado husmeando aquella vez.

La misma chiquilla que me salvó de haber caído en las redes de la escoria que acababa con mi vida ahora. ¿Es que tan ciego había estado? La respuesta era obvia, sí. El todo poderoso y pusilánime Märco Sneider burlado por todos, siendo el hazmerreir de su guardián real y de la que creyó su único amor en la vida.

¿Estaría Darius al corriente de todo este embrollo?

Nadie en quien confiar.

Nadie en quien apoyarse.

Como siempre solo. Solo haciéndole frente a todo.

"Odioso alemán"

Cerré mis ojos recordando esa vocecilla detestable que me daba tanta paz y recién ahora, en las puertas del abismo, notaba.

—¿Lo hiciste? —escuché a la lejanía que mi madre preguntaba histérica. —¿lo hiciste? —repitió. — ¿Fuiste capaz de hacerlo?

Ralenticé aún más mi respiración y con ello, mis latidos cardiacos. Esperaba que Livet no se atreviese a tocarme para comprobar mis signos vitales.

Alguien acarició mi mejilla y limpió la sangre de mi barbilla. No me moví o respiré.

Mi madre se acercó comprobando mi pulso y sollozó. Besó mis sienes con cuidado y susurró; eras mi vida, pequeño Märco. Y si tu no estas en ella, no la quiero. Pero ya no puedo dar marcha atrás y arrepentirme. No puedo.

—Esta muerto —decretó en voz alta y girándose a Livet. —Has asesinado al señor del clan Sneider —habló entre dientes y golpeó su mano cuando intentó tocarme. —¡No te atrevas, sucia rata! Esas manos manchadas con la preciosa sangre de mi hijo no volverán a tocarlo.

Algo cayó con fuerza al piso. Era Livet.

—¡Usted dijo que lo convencería! —chilló indignada. —Dijo que nada le pasaría... Esto no tenía por qué ser así —llorisqueo histéricamente.

—¿Y creíste posible en algún momento que él quisiese ser parte de nuestra alianza? Te dije que era mi hijo o era yo. Elegiste Durchen, pero coaccionada por tus sucios secretos. Nunca te importó Märco en realidad, querías salvar tu asqueroso pellejo por las habladurías. ¿Qué esperabas? ¿Que después de traicionarlo él corriera a tus brazos?

HIELO [en tu mirar]Where stories live. Discover now