El héroe N°3. ⌦ᴋᴀᴄᴄʜᴀᴋᴏ

015

Un mesero se acercó a la mesa del trío a servirles sus órdenes, casi no habían clientes esa tarde a excepción de ellos. Al parecer, su encuentro no podría durar mucho, aún así Ochako no se preocupó de ello, pasaron algunos minutos desde que los tres héroes compartían como les fue luego de graduarse, hasta que finalmente cedió el tema principal del encuentro.

—Merci.— Agradeció el pelirrubio al recibir su café. Con una espléndida sonrisa fijó su vista en Uraraka; quien yacía sentada frente suyo. —Uraraka, ¿Ya nos vas a explicar porque est— Como siempre, la pelirrosa no lo dejó continuar.

—Nee, nee, ¡Ochako-chan! ¿Porqué nos invitaste a nosotros en específico?— Años pasaban y la costumbre de interrumpir a Aoyama no se iba.

—Shh, no hablen tan fuerte, nadie debe enterarse de que los cité aquí.— Murmuró Ochako, Mina pudo oír en su cabeza una canción de espías sonando, el misterio la emocionaba. —El caso es, necesito su ayuda.

—Cuentas conmigo para lo que necesites.—Afirmó Aoyama, Mina dijo lo mismo.

—Gracias chicos.— Suspiró un tanto más alivada. —Tengo un ligero problema, y no sabía exactamente a quién acudir. Lo que tengo en mente es un tanto especial y por ello no estaba segura de que mis amigos cercanos me ayudarían. Tsuyu, Iida y Momo son tan maduros que ya se imaginarán, y mi objetivo es lograr algo un poco, hnm... infantil e inmaduro.— Tanto Mina como Aoyama pararon la oreja, ¿Qué estará tramando exactamente Ochako?

La castaña comenzó a explicarles su plan a detalle, las risas no cesaban, era tanto emocionante como malvado hasta cierto punto.

—¡No lo puedo creer! ¿Tú? ¿¡Y Bakugo?! ¡Eso si es inesperado!— La pelirrosa no acababa de creer todo lo que oyó, lo hubiese creído fácilmente si se trataba de Midoriya o Iida, ¿Pero Bakugo? Nah.

—Inesperado es poco.— Aoyama bebió un sorbo de su bebida, sonriente como siempre. —No pensé que tuvieses gusto por los chicos malos, Uraraka.

—A-ah... no ...yo...— Solamente titubeos salían de su boca, prefirió mantener silencio atragantándose con su malteada.

—¿Es alguna clase de fetiche o algo así?— Preguntó curiosa la rosada.

—¡Mina!— La calló Uraraka, completamente avergonzada.

Un par de minutos después, los tres habían intercambiado números telefónicos y direcciones, en caso de que surga un imprevisto durante su plan, al caer el ocaso se despidieron luego de un agradable y por momentos incómodo encuentro, Ochako regresó a su apartamento algo cansada por estar fuera todo el día, al llegar a su puerta, su vecina anciana la detuvo.

—Disculpe señorita Uraraka, por la tarde un joven vino a verla pero le dije que había salido.— Exclamó la anciana mujer con una agrietada y ronca voz.

—Ah... muchas gracias señora, probablemente él hubiese tirado la puerta si usted no le avisaba.— Bromeó la castaña rascándose la nuca, aunque en realidad había un poco de verdad en esa broma.

Al ingresar a su apartamento, Uraraka fue recibida por los maullidos de su gato hambriento, suspiró. Hogar dulce hogar. Era momento de descansar, le esperaba un largo día lleno de reproches mañana.