El día del destino

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   Luego de esperar a mi padre a detención, no recuerdo otra cosa más que regaños y su extraña sonrisa. No era una irónica, sino una auténtica, genuina. Y eso lo hace un tanto aterrador. Al llegar a la casa Julianne ya se había marchado, aunque según mi padre "no estaba molesta conmigo". Sentí un poco de alivio. Pero luego el tío Ed me comentó cuando me llevó la cena a mi habitación que estaba fúrica. Tengo una premonición que algo no está marchando bien. Por lo que sé, programó una nueva cita con nosotros en su lujoso restaurante y debo alistar mi mejor traje. Eso es al cabo de unos días, apenas tengo tiempo para preocuparme en otras cosas. 

   Resulta que de la sustancia que vertió Colin a la pintura, nuestro enemigo es alérgico. Así que brotaron unas manchas asquerosas en las manos y supongo, que en el trasero. 

   Al día siguiente tuve la necesidad de disculparme con la señora Alina, se me hace injusto e irrespetuoso haberle hecho esa jugarreta a su imbécil hijo; aunque eso suene descabellado. No obstante, se me acercó y dijo resonante <<Como si Alan no lo fuese ocasionado>>. 

   Bien, en eso tiene razón. 


   Me he estado acostumbrando a los fríos de noviembre, entre la escuela, pintar un laboratorio completo con Alan como trabajo comunitario (penitencia), planes de cena con la novia de papá —Según el tío Ed escuchó hace días que mi padre pretendía pedirle matrimonio pronto—, y mis planes por conseguir novia se dispersaban. Colin tiene la teoría de que el amor es una ciencia exacta y que puede fabricar una máquina que lo crea. Bueno, si su máquina fue tan exitosa como la de chocolate de hace un mes, no quiero estar cerca. 

   Se acercan las evaluaciones más importantes en invierno. Al igual que un estúpido baile invernal. 

   Lo que sí me importa es que hoy seleccionarán las parejas para una evaluación de Literatura. Estudiaremos varios escritores, y la selección de los mismos; así como la de la pareja, será a elección del profesor. O al azar. La cosa es que tendré que escribir una historia. Y por primera vez, podré destacar en algo al que no doy tanto asco. Solo esperaba tocar con Colin, o por ende, con Mel. Pero es algo poco probable ya que ha faltado por unos días. 

   Me siento culpable por no haberme preocupado antes. Me distraía al ver su asiento vacío. Casi sentía su olor a levanta y vainilla. Una mezcla extraña. Tan extraña como ella. Y no me fijé que el que se sentaba en el puesto del señor Lukasiak ya no era el patético señor Lukasiak, sino un nuevo profesor. Más joven, y, certificado por los suspiros de mis compañeras; más apuesto. 

      — Soy el señor Jhonson—

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      — Soy el señor Jhonson—. Anunció con voz firme. Sus ojos eran azules como el mar. De poco más de treinta años—. Pero me pueden llamar solo Peter. 

   Annie Fieldman, una guapa pelirroja que estaba justo a mi lado lo miraba de una manera tal que casi susurrabla <<Profe me puede raspar... y no la materia>>. Yo comencé a reír por mi ocurrencia y el señor Jhonson lo notó, me miró por un instante y prosiguió la clase. 

El cuaderno de MattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora