El día de la inspiración

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    Luego de la abominable cena fui directo a mi alcoba. No pude dormir y al cabo de unas horas de llorar y sentirme menos que excremento bajé a la cocina a comer un poco. Al bajar recuerdo que me encontré al tío Ed, con sus bigotes brillantes limpiando un plato de porcelana.

   — Tú papá llegó muy ansioso—. Explicó, colocando el plato sobre la mesa—. Ya sabes que le da por comer galletas de queso cuando está ansioso. 

    Disimulé que me causó gracia, de hecho eso es algo que solo he visto en mi padre: es el único que en lugar de recurrir al delicioso chocolate o a cualquier encantador dulce, prefiere comer salado. Es un tanto chistoso. 

    — ¿Qué te sucede Matt? 

    — Tío, tú crees... ¿Tú crees que yo sea una... carga

    Él se tornó serio y disgustado. 

    — ¿Quién te dijo semejante..?—. Preguntó, yo no quería contestar—. ¿Fue Julianne? —. Luego trata de reprimir un comentario pero no lo logra— .  ¡Esa bruja! 

Luego respira profundo para guardar la compostura.

    Yo me encogí de hombros, luego él respondió algo como: Y no Matthew, no eres una carga. Eres una bendición. Eres un buen chico, te sabes comportar. Eres el chico más grandioso que he conocido. 

    Lo abracé y comencé a llorar con él. Ambos somos hombres sensibles... 

    Para la mañana solo tenía ánimos de una cosa, y esa cosa estar con Melrose. Teníamos que comenzar con el trabajo de literatura y esa cosa era nuestra cosa. 

     Como de costumbre, papá no desayunó conmigo y lo menos que quería era hacerlo. Tampoco quería saber cómo va con su nueva novia Satánica. 

    Me pasé toda la mañana hablando con Nora, la chica india- latina en matemáticas. Y me cae realmente bien. Nunca lo había notado en realidad.  Hablar con ella es como hablar con toda la humanidad. Sabes todas las culturas, comidas típicas, historia... Es un Atlas. Y se lleva muy bien con el grupo de teatro que se ofrecieron a leer alguna de mis historias para hacer una obra. Me alagó su proposición. 


    Para el almuerzo me había topado finalmente con Colin y le platiqué sobre la horrible cena. 

    — ¡¡JULIANNE ES UNA MALDITA ZORRA!!—. Luego bajó el tono de voz y se ocultó debajo de su malteada. 

     — Para la próxima dilo más fuerte que Julianne no escuchó...

    — ¿Qué te dije sobre maldecir Matt? debes maldecir... ella lo merece. ¡Deja de ser bueno! tienes que hacer que se aleje de tu papá. 

     — Mi padre no me escuchará—. Me encogí de hombros, resignado— Vale, lo conozco. No quiero hablar más sobre el tema. 

     — Bueno...—. Comenzó Colin, y luego se le iluminó ese foco invisible que tiene sobre su pequeñita cabeza de grandes ideas— ¡Tienes que ver esto! 

    Y sacó un objeto de su mochila que combinaba con su playera naranja. Era una tableta, muy vieja. Tenía un corazón diminuto pegado a un lado y una pequeña linterna conectada no sé dónde. 

     — ¿Eh?—. A veces Colin me da miedo, y eso es divertido. 

     — "¿Eh?"—. Repitió ofendido—. ¡Es mi máquina del amor, viejo! 

     — Es tu tableta con una linterna—. Corté. 

     — ¡Funciona! tienes que utilizarlo en tu cita con Mel esta tarde.   

El cuaderno de Mattحيث تعيش القصص. اكتشف الآن