Yin Yang

530 72 38
                                    

    Le pedí a Colin el número de Melrose mi vecina a primera hora en la mañana. Me sentí como un cretino al no prestarle atención (o no dejarle tiempo de contestar) sobre el tema de su enfermedad. Hasta lo que sé es un extraño virus que le da fiebre y dolor en todo el cuerpo. Ah de ser horrible para una bailarina. 

    Esta mañana a primera hora le escribí un texto mientras me vestía para la escuela, estaba retrasado como siempre:

Heyy espero que estés bien (por tu enfermedad y eso) 

- Matt

    A los dos minutos respondió:

    Sipi, estoy bien y eso. Te veo desde mi jardín mattador :') 

    Y yo pensé: Mierda me está viendo en ropa interior. Entré en pánico y me terminé cayendo. Al instante llegó otro mensaje suyo:

    Auch eso se ve doloroso... Y gracioso. 

    Me arrastré por el suelo por debajo de la ventana hasta llegar a un lugar seguro (donde no me vea en calzoncillos), tomé una toalla y chequeé por la ventana

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

    Me arrastré por el suelo por debajo de la ventana hasta llegar a un lugar seguro (donde no me vea en calzoncillos), tomé una toalla y chequeé por la ventana. 

    Allí estaba ella, sentada en su jardín como siempre ¿qué tiene de especial ese jardín? y ella me estaba sonriendo. 

    Le escribí:

    Que un chico cojo se vista de pie frente a una ventana mientras una chica linda lo observa debería ser un deporte olímpico ok. 


    Ella respondió casi al instante:

      Me vuelves a llamar linda y oficialmente estás coqueteando. 

    Me reí de mi propio chiste y bajé como un rayo (como un rayo con muletas) sin desayunar ni nada para ver a mi vecina. Tendríamos mucho que discutir sobre literatura... 

     Ofrecí que la llevaría al colegio y ella accedió sin más. Sentía que me estaba sonrojando. Fijamos un horario en las tardes para escribir, era de 4 a 5 pm, lo llamaba "La hora de la inspiración". 

     Esta tarde sería perfecta hasta que recordé que debo salir con mi padre a comprar ropa nueva para la cena de mañana. ¡Todo debe ser perfecto para agradarle a Julianne!

    Tal parece que para agradarle solo debes usar ropa de marca...

    Mi "Hora de inspiración" se vio interrumpida por "La hora de Julianne", llevaba un vestido azul cielo corto y un sombrero de playa que a mi parecer era un tanto ilógico aunque se veía bien. Nos sentamos en la sala incómodos mientras papá llegaba de la oficina. Julianne nos llevaría a las mejores tiendas de la ciudad. 

      La veía teclear algo desde su teléfono y me preguntaba qué pasaría por esa cabecita hueca. 

     — No sabía que preparabas sushi—. Comenté, ella tardó un tiempo en darse cuenta que hablaba con ella. 

      — Ajá.

     Podía hacer un collar con las bolas que me estaba parando.

     — De seguro te queda delicioso, tanto así que lo venden en Sakura.

     Gol. Anotación. He captado su atención. Creo que al principio intentaba fingir demencia, pero se levanta del mueble y se acerca hacia mí, malhumorada.

    — ¿Le dirás a tu papi acaso?  

     — ¿Le dirás que la cena de mañana también la preparaste tú?—. Me reí. 

     Por su mirada me doy cuenta que no le agrado. No nos agradamos. 

     Esta refunfuñona no merece a mi padre. Y eso me hace recordar una frase de En Llamas, el segundo libro de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins:

                         "Podrías vivir cien vidas y no ser merecedora de él, ya lo sabes"

     Luego ella se me acercó tanto que olía su perfume de rosas. 

    — Le puedo decir que su patético hijo inválido está celoso que su padre tenga éxito con las chicas—. Su comentario me agujereó el corazón ¿invalido? —. No me agradas, planeé todo lo del sushi y por culpa de tu pleito de secundaria fue un fracaso. Ahora no te entrometas en mi camino o la pagarás con creces, discapacitado inútil. 

El cuaderno de MattWhere stories live. Discover now