Un lugar donde esconderse

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Los últimos días Hermione se había sentido muy presionada por Molly. La mujer parecía tener dos grandes objetivos. El primero, no dejarla ni un momento a solas con Ron. A la que se encontraban solos en alguna estancia, rápidamente ella aparecía y les asignaba unas tareas urgentísimas que realizar, en puntos alejados de la casa. Al principio Hermione se preocupó porque la mujer quisiera evitar que algo surgiera entre ellos, pero luego descartó la idea: realmente lo que Molly quería era evitar que tuviesen tiempo para maquinar planes. Planes peligrosos que alejarían de ella a su hijo menor. El segundo objetivo de Molly era intentar convencer a Hermione para que le dijera en que consistía la misión secreta que Dumbledore les había asignado. Negarse a darle información fue muy duro para Hermione. Ella tenía en mucha estima a la madre de Ron y Ginny y ella jugaba muy bien sus cartas. Quería convencerla que la orden podía ayudarlos, que ella podía perder un hijo, que por favor confiase en ella... pero Hermione fue firme y a pesar de sentirse muy mal consigo misma no dijo nada. No podía traicionar a Harry.

Pero no todo había sido malo últimamente. Ron había cogido la costumbre de, en cada comida, sentarse a su lado y cogerle la mano por debajo de la mesa. Mientras los demás hablaban, se la acariciaba, haciéndola sentir con ese inocente gesto la mujer más afortunada del mundo. Esto se había vuelto tan habitual entre ellos que una mañana no se habían dado cuenta, y una vez acabado el desayuno, se habían levantado con las manos entrelazadas. Ginny les miró y soltó un silbido. George les dijo:

- Ron, cuñadita, ¿hay algo que queráis compartir con la familia? ¿Alguna noticia que darnos?

Molly y Arthur no entendían bien a qué se refería George hasta que este señaló los dedos entrelazados. Les sonrieron. Ron y Hermione se separaron bruscamente sin saber qué decir, y agradecieron la llegada en ese mismo momento de Tonks y Lupin. Hermione corrió a saludarlos rápidamente para evitar dar ninguna explicación.

Una tarde Ron estaba en su cuarto. Se suponía que debía estar recogiendo pero en realidad estaba leyendo un cómic cuando se dio cuenta que había más silencio del habitual en la casa. Ron bajó a la sala de estar y encontró a su padre leyendo el profeta.

- Hola, papá. ¿Dónde está todo el mundo?

- Hola, Ron. Bill, Fleur, mamá y Ginny han ido a hacer unas compras para la boda. Fred y George están volando en el jardín.

- Ah, voy a por mi escoba.

- Sí, claro, hijo, puedes ir a volar con ellos si te apetece. Pero quizás quieras aprovechar este rato de tranquilidad para tener un poco de intimidad. Hermione está en la habitación de Ginny.

Ron se escandalizó.

- ¡Papá, Hermione y yo sólo somos amigos!

- Lo sé, hijo. Pero también sé que no es eso lo que tú quieres que seáis. ¿Me equivoco? - Ron no respondió, pero sus orejas se volvieron rojas - En fin, yo también me voy un rato el jardín. Me sentará bien el aire puro. Me pondré cerca de la puerta para poder controlar si llega alguien. Ya sabes que la red flu está desconectada. Tienes la casa libre durante una media hora, aprovéchala bien.

Ron alcanzó a decir un gracias sin acabarse de creer lo que acababa de pasar. ¿Su padre acababa de ser su cómplice para pasar un rato a solas con Hermione? Sí, eso parecía.

Sin perder tiempo, Ron subió a la habitación de Ginny y picó a la puerta. Después la abrió. Se encontró a Hermione en el escritorio, escribiendo un largo pergamino. Ella dejó la pluma a un lado y le dedicó una sincera sonrisa. Parecía cansada. 

- Hermione, ¿Cómo estás? Estos días no hemos podido hablar mucho.

Él se sentó en la cama de Ginny y ella en la de ella. 

Lo que Harry no supo ver: el secreto de Ron y HermioneWhere stories live. Discover now