Señorita Emoción

574 46 2
                                    

Adam.

Desde que llegamos a casa no he podido dejar de pensar en él, ¿Cómo es posible que esté yendo todos los santos días a ver si puedo saber de mi? ¿Es que está loco? Fui a cambiarme de ropa a algo más cómodo, un suéter y un pantalón algo holgado, suspiré resignada y me senté en el sillón.

- Hayden, acaba de llamar mamá. - Salió de la habitación y asomó la cabeza por el barandal. - Dice que traerá a Dominik en la noche y que comprará la cena así que no hagamos planes.

- Que linda. - Sonreí. - Realmente se emocionó por conocer a Dominik, me recogí el cabello en un moño despeinado en lo alto de mi cabeza.

- ¿Cómo no iba a hacerlo? Es nuestro hijo, fruto de nuestro amor, nuestra unión y tu vientre. - Tocó el lugar mencionado. - Me hubiese encantado verte embarazada, con tu enorme pancita, cumpliendo con tus antojos, y estando más preocupado que tú. - Sonrió.

- Andy... - Se me estrujó el corazón. - ... Lo siento tanto.

- No, no tienes porqué sentirlo Hayden.

- Claro que si, Andy te negué algo hermoso, te negué el hecho de ser un padre durante años, de cargar a tu hijo siendo un recién nacido, verlo crecer, sus primeras palabras, sus primeros pasos. - Levanté la mirada y Andy me miraba algo serio, sus ojos estaban ahora cristalinos, lo que dije era cierto, más que cierto.

- Pero fue culpa mía Hayden, yo hice algo horrible. - Y yo sabía que no, porque Merry me había contado la verdad.

- Andy, eso no importa, ya pasó.

- Claro que no, Hayden, te hice daño, dudé de ti y te dije e hice cosas horribles. - No hablaba de lo de Merry, hablaba de haberme dicho que no quería estar conmigo sólo por el bebé.

- Andy, ven aquí. - Lo abracé, sus lágrimas se derramaron. - Te amo, ¿Si? Ambos cometimos errores en el pasado y... - Me interrumpió.

- Pero lo que yo hice fue terrible. - Pasó las mangas de su buso por su rostro para secarse las lágrimas.

- No, Andy. - Se veía exactamente igual que Dominik en los momentos cuándo me preguntaba con total inocencia que dónde estaba su padre, triste, llorando, casi como si le hubiese regañado, aunque nunca tuve la necesidad de hacerlo. - Yo te alejé de tu hijo.

- Porque estaba haciéndote daño Hayden, tienes tus razones justas y necesarias.

- No estás entendiendo. - Me miró, sus profundos ojos azules creaban un contraste brutal entre su piel blanca y lo rojos que estaban ahora sus párpados. - Andy, eso pasó por una gran falta de comunicación entre los dos, nada más, porque ambos estábamos viviendo cosas muy duras, demasiado... - Suspiré. - ... Mucha gente también se metió en la relación, también fue nuestra culpa si, pero estamos juntos ahora, tú, Dominik y yo, para siempre, porque nada ni nadie va a separarnos nunca más, porque te amo Andy, te amo desde que con esos ojos preciosos me miraste al entrar a ese salón, porque viste lo que ni yo conocía de mi, porque amé la persona en que me convertí a partir de que te conocí, porque sólo quería volverme mejor para ti, Andrew Biersack, te amo, y nada más importa. 

Su rostro estaba tan serio, que creí que ni siquiera me había escuchado por, tal vez, estar metido en sus propios pensamientos, hasta que me tomó por las mejillas y me acercó lentamente.

- Hayden, eres total y completamente la mujer de mi vida, te amo. - Dijo antes de besarme. - Te amo demasiado. - Me cargó en brazos y me recostó en el sofá.

- Te amo. - Seguíamos besándonos.

- ¿Mucho? - Besos.

- Muchísimo y lo sabes. - Volvíamos a los labios del otro, nos tapó con una cobija delgada que cubría el espaldar del sofá.

- ¿Me amarás siempre? - Se colocó sobre mi.

- Toda la vida, amor. - Metí mis manos entre los gruesos mechones de su cabello.

- No vuelvas a dejarme.

- Ni tu tampoco. - Me abrazó por la cintura.

- Nunca, no podría. - Besos y más besos.

- Te amo.

- Te amo. - Nos abrazamos con fuerza, como si no quisiéramos separarnos nunca más ne la vida, y en efecto, así era.

- Mi amor.

- ¿Si?

- Debemos fijar la fecha de la boda.

- Será mañana. - Solté una risita tonta.

- ¿Cómo que mañana?

- Mientras más pronto mejor.

- La siguiente semana.

- La siguiente semana. - Afirmó, y supe por su tono de voz que se había divertido con su respuesta y ahora estaba sonriendo, acunó su cabeza en mi hombro y me abrazó, empecé entonces a jugar con su cabello. - Si haces eso me voy a dormir.

- ¿Qué hay de malo en eso?

- ¿Quieres que me duerma?

- Quiero que duermas conmigo. - Se removió y besó mi mejilla.

- Me encanta ese plan.

Dentro de un rato más, de jugar con su cabello y acariciar su espalda y hombros nos habíamos quedado dormidos.

(...)

El timbre sonó, y Andy y yo nos despertamos asustados, él seguía sobre mi, dormido, tal y como yo, y al verme sonrió y me besó.

- Debe ser mamá. - Se levantó rápidamente y admiré su belleza física una vez más, lo alto y delgado que es, me encanta, su cabello despeinado que lo hace ver tan lindo.

Me senté, me estiré mientras que Andy iba a abrir la puerta.

- Mamá. - Escuché que dijo bajo, muy bajo.

- ¿Cómo estás cielo? - Su voz es tan dulce, no sé como es que Andy tiene la voz tan ronca y gruesa.

Me apuré a ponerme de pie.

La imagen me conmovió muchísimo, Amy le estaba entregando en brazos a Dom, quien parecía dormir profundamente.

- Ahora regreso, dejé las bolsas en el auto.

- No, no te preocupes yo voy.

- No, Andy, quédate, yo voy por las bolsas, usted...

- Hayden, ya lo sabes. - Sonreí.

- Lo sé, lo siento, Amy. - Sonrió. - Por favor, pasa y siéntete como en casa.

- Gracias querida. - Sonrió y entró, no sin antes entregarme las llaves de su auto.

Bajé en el elevador porque no tenía prisa, abrí el auto y tomé las tres bolsas de plástico repletas de recipientes desechables, pesan un poco, subí de nuevo en el elevador y llegué al departamento.

- Déjame ayudarte con eso. - Me dijo Andy, tomando las bolsas de mis manos, ya habían puesto la mesa, ahora sólo faltaba despertar a la fiera.

- Voy a por Dom, ya regreso.

Fui a la habitación y lo vi, estaba cobijado y desparramado en la cama, reí porque tiene el sueño pesado y es un terremoto, se mueve mucho, al acercarme noté la similitud, entre el rostro de Andy y su carita pequeñita, sonreí y toqué levemente su hombro.

Abrió los ojos lentamente y sonrió al verme.

- Hola mami.

- Hola mi cielo. - Aún estaba adormilado. - ¿Tienes hambre? - Asintió. - Vamos a comer entonces.

Se enderezó y me miró.

- ¿Quieres que te cargue? - Adiviné antes de que me lo pidiera.

- Si. - Sonrió inmensamente. 

- Mimado. - Le dije y salimos de ahí.

Suspiré entonces, recordando que alguna vez le tuve miedo a siquiera salir con Andy, y ahora, teníamos un hijo y estaba a punto de casarme con él y soy... Sólo soy...

Maravillosamente Feliz.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora