Marzo es el mes de apreciación de Marinette y aquí estaremos rindiéndole homenaje en su mes...
A veces son necesario los cambios profundos, de esos que destruyen el alma y te la vuelven a crear. Marinette había decidido cortar de manera tajante con...
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Si había algo de lo que Marinette podía hacer gala en el colegio, además de ser la presidenta de la clase, era del enorme trofeo que Max y ella habían ganado como representantes de la institución en un torneo de videojuegos.
Así es, porque aun con los miles de cosas que la chica tenía encima, aún le daba tiempo para divertirse y desestresarse con un buen videojuego. Quien la viera jugar, no podían creer como, sin perder la pose calmada y moviendo los dedos en el control de la consola como si de teclas se tratase, la torpe Marinette Dupain Cheng podía barrer el suelo de cuanto jugador osara desafiarla.
En el calendario que armó en su habitación, detalló en grande que cada viernes le dedicaría mínimo una hora a su video juego favorito. No importaba si llovía, tronaba, París se incendiaba... bueno, eso no; pero no importaba que tan ocupada estuviera con la vida real, se iba a dar el tiempo de distraerse con los video juegos, jugaría con su papá, o con su mamá, probaría el nuevo juego que Max inventaría y estaría disponible a pisotear a cuanto caballero agrandado le apareciera en el juego en línea.
Sonrió, cuando pegó la pegatina en forma de joystick en la línea que acababa de pintar en los días viernes.
Tikki se sentó en su hombro y la miró con una sonrisa, mientras Marinette se quitaba los guantes de las manos.
—Te ha quedado muy bonito, Marinette —la mencionada, movió su cabeza para apegarla al Kwami y sonrió.
—Hoy es viernes, así que, ¿sabes lo que eso significa?
—¿Videojuegos? —interrogó divertida ante la pregunta de su portadora.
—¡Así es! —elevó la voz, acercándose a la trampilla para bajar junto a sus padres— ¡Marinettastica os reta a un reto, Lord Tomtastico... —exclamó, lanzándole uno de los guantes de hule a su papá. Tom rió ante aquella escena, le encantaba ver a su pequeña de ese humor tan hilarante.
—Pues, acepto vuestro reto, Mademoiselle. —respondió Tom, acercándose a la escalera para ayudar a su hija a bajar los últimos escalones—. Pero no lloréis si el polvo mordéis...
—Veamos, padre —exclamó Marinette con exagerada elegancia mientras se sentaba en el sofá—porque no pienso perder.
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Este capitulo me dio mucha risa de escribir, porque no pude evitar pensar en "Ayudando a Adrien" que de paso aviso aviso que el Mes Adrinette tendrá que ver con ese fic :O
