Concubina Mu: Feng Xin en el Reino de AiNi I

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//Tensión sexual//

Bajo escrutinio de una reina de ostentosas túnicas rojas el hombre de túnicas azules levantó su cabeza en alto. A su alrededor una cantidad infinita de guardias vestidos en negro resguardaban a su señora y al resto de la corte, asistida por nobles y jóvenes maestros. El rey a su lado parecía poco interesado en el asunto ella sin embargo parecía de bastante mal humor.

Un hombre vestido de túnicas blancas se acercó al centro del estrado y habló en voz solemne.

-Estimados Nobles, Jóvenes Maestros y Cultivadores. El acusado por cargos de Alta Traición a la Corona es encontrado culpable, se procede a leer la sentencia impuesta por Su Alteza Real del Reino AiNi bajo el decreto...

-¿Qué mierda pasa con ustedes?- gritó el hombre de las túnicas azules, incapaz de romper la cuerda de atadura inmortal con la cual era restringido-. ¡No hice nada, mierda! ¡Ni si quiera tuve oportunidad de probar mi inocencia! ¿Cómo pueden sentenciarme sin juzgarme? ¡Este venerable los mandará a encontrarse con sus ancestros!

-¡Impertinente!- rugió la Reina mientras movía sus mangas con indignación-. ¡Que le corten la cabeza!

Un grupo de guardias se aventuró sobre el hombre de la túnica azul, rodeándolo para llevárselo al lugar donde se ejecutaría la sentencia. Luchó hasta el cansancio con patadas y mordiscos pero finalmente fue incapaz de hacer nada.

Repentinamente mientras lo llevaban de un pabellón a otro una figura como una sombra se escurrió a través de la oscuridad. 

La sombra se movió a una velocidad sobre humana mientras abatía a un guardia y luego al otro. El hombre de la túnica azul estaba perplejo y veía con incredulidad como moría uno y luego el otro. Finalmente la figura apareció frente a él, echando hacia atrás un mechón de su cabello como si aquello hubiera sido pan comido.

El atuendo de este nuevo personaje era... extravagante y vulgar. Sus túnicas eran en parte lila y en parte negras. La túnica negra cubría apenas lo esencial de la cintura hacia abajo: entre los pliegues adornaba toda clase de pequeños y tintineantes objetos, como si fuera una bailarina exótica. Sin embargo la túnica lila era de un material especial que se transparentaba, dejando a la vista una serie de abdominales bien trabajados, dos pequeñas tetillas enmarcadas en fuertes pectorales y una clavícula vistosa.

La clase de clavícula que te hace quedarte mirando fijamente.

-¿Qué mierda estás mirando? Si hubiera sabido que ibas a burlarte hubiera dejado que te corten la cabeza.

-¿Mu Qing?- preguntó el hombre de túnicas azules, incrédulo.

-¿Acaso el general Nan Yang perdió su última neurona? Claro que soy yo.

Finalmente el hombre de túnicas azules, Feng Xin, se acercó al hombre de apariencia sensual y extravagante, Mu Qing. Este último cortó los hilos que restringían al acusado y finalmente fue libre de moverse, sintiendo el Qi fluir asombrosamente a través de su cuerpo.

Feng Xin acarició sus muñecas, donde quedaban trazos del apretado amarre, la sensación aún sintiéndose molesta. Mu Qing se cruzó de brazos y comenzó a caminar, muy seguro de cual dirección tomar. Quizás fuera porque estaba más concentrado en salir de aquel laberinto ilusorio que no reaccionó a tiempo para detener la mano curiosa del hombre de túnicas azules.

Ciertamente había algo que se movía perezosamente tras la espalda del Dios del suroeste y la mano de Feng Xin no perdió tiempo en atraparlo. Su mano se movió a través la extensión, la suave y mullida cola blanca de un gato.

Luego todo sucedió muy rápido.

Feng Xin escuchó un gemido, un gemido muy desinhibido y muy sexual. Fue corto y rápido pero fue ciertamente un gemido. 

Concubina Mu Y Otros Cuentos.Where stories live. Discover now