Concubina Mu: La Concubina Egoísta Encuentra Expiación a sus Pecados.

685 52 176
                                    

Mu Qing tomó muy en serio su promesa.

Y, por todos los Dioses y Budas... en el pasado follar con Mu Qing había sido uno de los mayores placeres.

En el presente, hacer el amor con Mu Qing era completamente... Feng Xin aún no se hallaba palabras para describir lo mágico que había sido la experiencia.

Hicieron el amor hasta que el sol tocó los parpados de Feng Xin. Lo hicieron en muchas posiciones, con varias intensidades y en lugares distintos: sobre la cama, el suelo de la plataforma, contra el pilar, en el agua. Esta vez, fue diferente para ambos, porque Feng Xin pudo sentir la energía espiritual fluyendo a través de sus meridianos como un caudal; ambos en perfecta sincronía de dar y recibir.

Durante la primera mitad de la noche, Mu Qing se dedicó exclusivamente al placer y el bienestar de Feng Xin; ayudándolo a llegar al clímax en más de tres ocasiones. Sólo hasta que estuvo demasiado excitado para soportarlo más, se permitió abrir su boca para otra cosa que no fuera lamer, besar, morder o succionar la piel de Feng Xin.

—Ju... JuYa-ang,...— había comenzado a rogar, permitiendo que su voz sonara quebrada y adolorida—. ¿Vas a... quedarte... mirándome toda la noche... como... un estúpido?

A pesar de la espereza en sus palabras, su voz sonaba tan llena de necesidad que provocó un espasmo en las áreas hinchadas de su compañero; y por supuesto, Feng Xin no necesitó más explicaciones.

Esta era la forma en la que Mu Qing había dicho "El Gran Dios Felino se rinde ante la Gran Masculinidad".

Y vaya manera más efectiva de rogar.

Por supuesto Feng Xin conocía los puntos débiles de Mu Qing desde hacía mucho tiempo, pero no había sido hasta la noche anterior que este último se había permitido el reaccionar a ellos abiertamente.

De una manera tan honesta.

Gimiendo sin miedo a la vergüenza, jadeando con necesidad cuando sentía que era demasiado. Suplicando, rogando, más fuerte, más profundo... Abrazando los fuertes hombros de Feng Xin y ahogando su llanto con maldiciones innecesarias.

También era la primera vez que Feng Xin observaba con la atención devota de un amante idealista.

Esa noche, Feng Xin se encontró a sí mismo aprendiendo cosas nuevas de Mu Qing, cosas que nunca antes habían siquiera pasado por su mente, pero que ahora entendía en cierta manera.

La forma en la que los deditos de sus pies se enroscaban ante la emoción, el placer extremo.

La tendencia silenciosa a morder su proprio labio cuando sentía que estaba a punto de llegar a su clímax.

La forma en que liberaba su deseo sin ningún pudor cuando Feng Xin susurraba en su oído las cosas que le gustaba escuchar. Y cualquiera pensaría que el Gran Dios Gato llegaría al clímax escuchando alabanzas a su persona, pero, contrario a lo esperado, las palabras que más debilitaban su auto control era "eres sólo mío".

—Sólo... tu-tu-tuyo, JuYang— había respondido Mu Qing, en una de esas ocasiones, dejando a Feng Xin con la mandíbula caída hasta el suelo—. JuYang... mi JuYang... No me tortures así... no pares... por favor... no pares.

Y cuanto más débil es escuchaba, más difícil era para Feng Xin continuar.

—Mu Qing... baobei perdóname. Eres hermoso, lo más hermoso que tengo, y no quiero dejar de verte.

Quien había estado recargado de frente contra el pilar, usándolo como punto de apoyo mientras era embestido desde atrás, se dio a vuelta para enfrentar al hombre de piel morena; y este último lo cargo sobre su cadera para empezar a empotrarlo contra el pilar.

Concubina Mu Y Otros Cuentos.Where stories live. Discover now