Concubina Mu: Feng Xin en el Reino de AiNi II

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Plantas carnívoras con raíces tan largas y altas como su propia persona se precipitaron contra él. Algunas tenían cabezas redondas y peludas con enormes pétalos puntiagudos, como salvajes girasoles gigantes, que provocaron en Mu Qing la sensación de mareo con su fuerte olor. Otras de las criaturas estaban compuestas por dos planchas bordeadas de puntiagudas ventosas, como una trampa para osos, capaces de tragarse vivos a cualquier ser humano. Y cientos de pequeñas flores del tamaño de perros salvajes que escupían una especie de moco verde y pegajoso. 

Mu Qing no sabía lo que era con exactitud pero podía francamente suponerlo y no tenía ganas de confirmarlo.

Incluso si sólo tenía un sable y sus reflejos físicos, el General Xuan Zhen seguía siendo un guerrero excepcional. Cuando le dijo a Xie Lian que realmente no lo consideraba mucho mejor que él, quizás realmente había algo más que vanidad y soberbia en aquella afirmación. Desenvainado el sable, la hoja brilló con ferocidad y el cuerpo del guerrero embistió.

Un enorme felino (cualquiera que este fuera) se agazapaba sobre sus cuartos delanteros, flexionaba los poderosos músculos de sus cuartos traseros en preparación para un salto mortal y observaba entre la hierba. Esperando al punto ciego del ciervo que esa noche sería su cena. Luego en un momento sus poderosos músculos se extendían dejando un rastro violento de tierra y guijarros. El felino se abalanzaba mordiendo al cuello, presionando con enormes fauces. La presa lloraba, pataleaba y luchaba pero las poderosas garras ya se habían hecho sobre la piel y desgarrado hasta las tripas. 

Así de letales eran los movimientos de Mu Qing, tan feroces y premeditados. 

Un zarpazo de una enredadera con afiladas púas lo hizo desaparecer en un rápido movimiento y teletransportarse directamente a la espalda de la criatura. Quizás ser el gato extraño de la historia no era desventajoso después de todo. La hoja del sable cayó con fuerza sobre el lomo negruzco de girasol gigante, atravesó su corteza y una sabia apestosa se desprendió de sus entrañas. Con un chirrido tétrico cayó al suelo cediendo ante el peso del guerrero. 

Mu Qing arrancó el sable de su interior afincando su pierna para facilitar la acción y con el mismo impulso se aventuró sobre una nueva criatura. Abriéndose paso entre pegajosa sustancia venenosa (que a como diera lugar evitaba) y fuertes latigazos que parecían venir de todas direcciones, atacando como lanzas puntiagudas. 

La sangre corría sobre las lianas espinosas que lo atacaban sin misericordia, a veces acertando, a veces no. Si hubieran sido pocas, la victoria hubiera sido instantáneamente de Mu Qing pero el enemigo era numeroso y parecían predecir los movimientos de sus compañeras, como si fueran una sola mente conectada. 

Y cuando estaba a punto de llegar a Feng Xin una enredadera trepó por su pierna y lo hizo caer. Entonces varias trepadoras se unieron al esfuerzo y comenzaron a tirar furiosamente de su pierna. Mu Qing clavó el sable sobre la enorme raíz alrededor de su pierna y... comenzó a sangrar, torciéndose sobre si misma como un gusano moribundo con el eco de muchas otras plantas mas.

Entonces el felino lo percibió: el olor del hierro mezclado con almizcle que provenía de la enredadera negruzca que lo había atrapado. Sus sentidos felinos se agudizaron. Sus ojos brillantes lo percibieron entre el denso y verde follaje, oculto tras los coloridos y brillantes matices florales. 

Las pequeñas orejas sobre su cabeza se encogieron hacia atrás, con furia. Suerte o casualidad había atrapado a la flor "líder" y ahora teniendo esta ventaja podía derrotarlas. Pero antes de que pudiera hacer nada un latigazo golpeó su mano sujetándose firmemente a sus extremidades, arrastrándolo al núcleo de flores salvajes. 

El zanabato cayó al suelo con un "clang" y los dedos de Mu Qing se clavaron con fuerza sobre la tierra. Por un momento su cuerpo en desventaja fue arrastrado hacia las fauces abiertas de una planta carnívora. No obstante el agarre era firme y férreo mientras el objetivo que lo mantenía anclado a la vida le devolvía una mirada llena de furia e impotencia. 

Concubina Mu Y Otros Cuentos.Where stories live. Discover now