Concubina Mu: Si Siempre Dices Nunca, Nunca Será Siempre.

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Mu Qing no sabía por cuantas ilusiones había atravesado antes de llegar a donde estaba pero podía decir que el viaje había sido un suplicio de malas sensaciones, de malos recuerdos y de preguntarse constantemente un "¿y sí?" innecesario.

Los protagonistas de dichas alucinaciones podrían haber sido tan variados como la gente que había conocido a través de los cientos de años que había morado la Capital Celestial, en cambio las ilusiones habían girado en su mayoría alrededor de Feng Xin, Mu Xian, Xie Lian y su madre; naturalmente, eran los únicos que realmente importaban.

La primera ilusión fue especialmente perturbadora, únicamente, porque a Mu Qing le había tomado por sorpresa.

Cuando la ilusión se estableció por primera vez, él aún era un adolescente joven y su madre había sido arrastrada al borde de la locura tras saber que su hijo era un manga cortada.

Mu Qing aún podía recordar detalladamente cada acontecimiento de ese día en particular, si debía ser honesto incluso recordaba el color de la túnica que había usado su madre ese día, y no era en absoluto similar a lo que se le estaba presentando.

Desagradable.

Absolutamente desagradable.

Ambas madres, la real y aquella que provenía de la alucinación, parecían una mímica de la otra.

Los mismos ojos gentiles, la misma voz cantarina y el mismo aspecto de trabajadora humilde. Eran tan dolorosamente parecidas que Mu Qing no pudo evitar rodar sus ojos, tan violentamente que su vista podría haber quedado atrapada para siempre en su propio cráneo.

Por supuesto era un panorama muy doloroso de apreciar pero, aún así, Mu Qing pensó que esa mujer realmente no se parecía en absoluto a su madre; era precisamente gracias a este dolor que él podía separar una cosa de la otra.

Pero no era la única forma de identificar las diferencias: la manera en que la estafadora imitaba los movimientos parecía antinatural y, además, el uso de palabras sugestivas resultaba completamente ajeno a la personalidad de su verdadera madre. Si de algo podría estar seguro Mu Qing, era de haber heredado su facilidad para ser brutalmente honesto de parte de aquella madre a quien guardaba tanto respeto y amor. Y por si eso fuera poco bastaba simplemente conocer a la mujer para darse cuenta de que aquella ilusión no era sino un truco barato.

Para una mujer de corazón noble como ella, el amor era un sentimiento puro que no merecía la vergüenza de nadie, y mucho menos habría arrastrado a Mu Qing a sentir vergüenza de sí mismo.

Si el demonio HunLuan esperaba apelar al sentimiento de familiaridad para revolver su consciencia y tomar ventaja, entonces era el demonio el que estaba en desventaja.

Al darse cuenta de lo obvio el demonio decidió cambiar de táctica, en varias ilusiones más usó la imagen de Feng Xin para atacarlo verbal o físicamente.

Y con menos frecuencia usó la imagen de Mu Xian para intentar hacerlo sentir como un mal hijo y un mal hermano.

Ineficiente.

Todas las ilusiones resultaron de alguna manera infructuosas. Parecían destinados al fracaso desde el preciso momento en que Mu Qing notaba que era una ilusión, lo cual para ser completamente honestos, sucedía tan pronto la ilusión se formaba.

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