1

15.9K 882 830
                                    

Renuncia de derechos, los personajes que salgan aquí son de sus respectivos autores.

Una bella adolescente de cabello rosa y ojos amarillos observaba con una mueca de disgusto su creación.

Una capa de suciedad estaba impregnada en su tez, así como en su rostro, protegido por lentes binoculares.

Gotas de sudor surcaban su rostro, esta era la quinta vez que fracasaba a la hora de probar su invento.

La muchacha pelirrosa era Mei Hatsume, una estudiante con grandes capacidades para la ingeniería, bastante enérgica y torpe en algunas ocasiones.

El año escolar estaba apunto de terminar, y como tal les encomendaron elaborar un trabajo de ciencias. Mei nunca fallaba en eso y siempre salia la mejor.

Pero esta vez Mei Hatsume decidió fabricar algo excepcional. Decidió crear un acelerador de partículas que fuera capaz de teletransportar objetos, animales e incluso personas a un punto cualesquiera del espacio y que fueran capaz de regresar en su estado original.

Llevaba tres días con aquel proyecto, ni siquiera se molestó en descansar. Hacía unas horas que lo había finalizado, pero en ningún caso había llegado a funcionar.

"Esta vez debe funcionar, 'mi bebé' puede suponer un gran avance para la humanidad"-. Se dijo a sí misma mientras ponía en marcha por sexta vez aquel aparato.

Mei tenía la extraña costumbre de llamar 'bebé' a todos sus inventos. Incluso algunos de sus amigos le tenían por loca.

El acelerador de partículas mostró un alumbramiento y soltó un extraño sonido, mala señal.

Mei comenzó a alejarse lentamente, pues su invención estaba empezando a tener turbulencias y estaba haciendo sonidos bastante extraños.

"Vamos, has de funcionar bebé"-. La chica de cabello rosa siguió animándose a sí misma, aunque sabía que su invento estaba lejos de funcionar correctamente.

Las turbulencias de la maquina comenzaron a hacerse cada vez más fuerte, el asunto se estaba descontrolando.

Por si acaso Mei se puso detrás de una mesa y se tapó los oídos esperándose la habitual explosión, pero en esta ocasión no tuvo lugar.

"¿Habrá funcionado?"-. Inquirió Mei con una pequeña esperanza mientras asomaba la cabeza, pero entonces:

Salón.

Una mujer pelirrosa negó con la cabeza al oír aquella explosión, era la séptima explosión en dos días, su hija Mei había batido un nuevo récord.

"Simplemente genial"- pensó la mujer dándole un lento sorbo a su bebida mientras negaba.

Por suerte su marido era un importante ingeniero a nivel regional. Así que pudieron comprarse un piso adosado, para dar rienda suelta a la genialidad de Mei.

"Es una suerte que esta casa disponga de un sótano"-. Rin Hatsume negó con la cabeza por segunda vez.

Al final acabaría dejándole el adosado a su hija, y se iría a vivir a otra casa, después de todo Mei iba a cumplir los dieciséis en menos de tres meses, así que ya era lo suficientemente mayor para vivir sola.

"No es mala idea después de todo"-. Se dijo Rin con una sonrisa. Hablaría con su esposo Nagasaki para considerar la idea y luego se lo comunicarían a Mei.

De regreso al sótano.

Una capa de humo cubría toda la zona mientras Mei tosía frenéticamente. Otra vez su invento había fracasado.

TravesíaWhere stories live. Discover now