Después de volver del trabajo, por lo general, Jennie y Jisoo solían ver algunas películas, salir a su parque favorito a tomar un poco de aire freso a pasear a Kuma y Dalgom; pero, este día en especial se sentían con ganas de hacer algo productivo. Tenían al rededor de veinte minutos pensado que hacer, su idea principal fue pedir algo de comida y ver un maratón de dramas como acostumbran a hacer cada viernes, pero se sentían con ganas de algo más. Por eso, cuando salió un comercial de una pastelería no dudaron en voltearse a ver instantáneamente con una chispa en los ojos.
—¡Hagámoslo!— dijo Jennie saltando de su cómodo sofá para ir a la cocina a sacar ingredientes qué tal vez ni siquiera iban a usar. Jisoo, por su parte, imitó el acto y comenzó a buscar recetas en internet.
Rápidamente, encontraron una receta que fue de su agrado: Un pastel de chocolate y fresas. A ambas chicas les traía un agradable recuerdo, por lo tanto no dudaron en elegirlo. Pronto, todos los ingredientes que necesitaban estaban en la mesa y Jennie comenzó a mezclar la harina junto con más polvos que Jisoo no comprendía.
—¿Por qué agregas tantas cosas?— preguntó Jisoo mientras metía un dedo a la mezcla y la probaba.
—Cielo, no hagas preguntas obvias, tienes el tutorial en frente.— la menor rió y continuó siguiendo la receta.
Jisoo se quedó mirando mientras su mente divagaba sin razón alguna, siempre le había gustado ver a Jennie cocinar, le gustaba pensar que en un futuro iban a envejecer juntas y hacer este tipo de cosas. Era inevitable pensar lo lindo que sería tener una vida juntas, verla lograr sus metas, vencer sus miedos y viceversa, verla crecer como persona y realizarse. Le fascinaba la idea de ver despertar a la menor por las mañanas, poder acariciar su pelo cuando ella se acerca a su pecho y acurruca en ese espacio entre su cuello, o escucharla cantar en la ducha, verla bailar mientras limpias, ver sus pucheros al momento de hacer algún berrinche o todas las citas que podían llegar a tener, ir a la playa, acampar, ver las estrellas juntas. Tal vez exageraba al imaginar tantos escenarios dentro de su mente, pero Jisoo estaba segura de querer pasar el resto de sus días junto a aquella chica de ojos cafés, la razón de su felicidad, estaba segura que era su alma gemela. Y que no dudaría ni un segundo en aceptar ser parte de su vida.
El sonido de la batidora hizo que saliera de su pequeña burbuja. Y rápidamente notó que su novia estaba teniendo muchos problemas intentando mezclar, por lo tanto no desperdicio la oportunidad de abrazarla por la espalda y tomar sus manos para batir, Jennie lanzó un chillido y tanto sus mejillas como orejas se tiñeron de un rojo muy fuerte.
—No tenias que hacer eso, yo podía.— dijo Jennie intentado parecer fuerte.
—Claro— contestó Jisoo sarcástica.— Tienes algo aquí.— la mayor limpió con un pañuelo un poco de harina que había en la mejilla de la castaña, una vez limpió, dio un beso y acarició su pelo.
—Espera.— Jisoo estaba a punto de ir nuevamente a la sala a esperar que su novia terminara de preparar todo, pero la menor la jaló del brazo y junto sus labios en un beso, largo y lleno de amor. Después de unos segundos, se separaron por la falta de aire.
—Sabe a fresa.— dijo Jisoo y posteriormente se dirigió a la sala, por su parte, Jennie hundió su rostro en el mandil que tenía puesto para ocultar su rostro tan rojo como un tomate.
Después de un rato terminando la mezcla, el pastel ya estaba en el horno, por lo tanto Jennie acompañó a su novia, quien ahora ya estaba en su habitación. Se recostó a lado de ella y acomodó entre el espacio que formaba su brazo. Disfrutó la calma que le traía aquella acción, Jisoo solo se dispuso a hacer mimos en su cabello y nuca.
Pasados unos minutos, la alarma sonó, Jennie se encontraba casi dormida así que la mayor se levantó y comenzó a preparar la crema para decorar el postre. Intentando hacer el mejor ruido posible, batió los ingredientes necesarios y comenzó a cubrir el pastel con una espátula hasta que tuviese una textura completamente lisa, para después poner un poco de jarabe de fresa y unas cuentas de la misma fruta en la parte de arriba para finalizar. No quería alabarse a sí misma, pero le había quedado bastante bien, por lo tanto fue a despertar a su novia.
—Nini, despierta, el pastel está listo.— después de hablarle en aquel tono suave, salió de la habitación y cortó dos pedazos. Jennie salió con una evidente cara de sueño y a un paso lento.
La mayor sirvió los dos platos en su pequeña mesa junto con dos tazas de café. Ambas chichas se sentaron y disfrutaron la vista a la cuidad que les brindaba su departamento. Sin decir nada pero con el corazón latiendo como si fuese la primera vez que se veían, intercambiando miradas, pequeñas risas y suspiros llenos de amor. Porque con pequeñas acciones hacían que su amor creciera cada vez más.
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escribí esto hace una semana pero jamás lo publiqué :( porque hay alguien qué casi se muere por una gripa pero no les voy a decir quién soy.
