Una Navidad Gracial

994 82 7
                                    

—¿Que Snape le ofrecía ayuda? ¿Seguros que le ofrecía ayuda?

—Si nos lo preguntas una vez más te meto esta col por... —lo amenazó Harry. Bella solo miró a Harry, por lo cual se calló.

—¡Sólo quiero asegurarme! —se defendió Ron. Estaban solos junto al fregadero de la cocina de La Madriguera limpiando una montaña de coles de Bruselas para la señora Weasley. Tras la ventana que tenían delante caía una intensa nevada.

—¡Pues sí, Snape estaba ofreciéndole ayuda! —repitió Harry—. Le dijo que había prometido a su madre que lo protegería y que había prestado un Juramento Inquebrantable o algo...

Bella se abrazó a sí misma, ciertamente no podía creer aun lo del profesor Snape, ella siempre le había tenido respeto.

—¿Un Juramento Inquebrantable? —se extrañó Ron—. No, eso es imposible. ¿Estás seguro?

—Sí, lo estoy, ¿cierto, Bella? —la miró y ella compartió una mirada con Ron—. ¿Por qué? ¿qué significa?

—¡Hombre, un Juramento Inquebrantable no se puede romper!

—Aunque no se lo crean, eso ya lo había deducido yo sólito —dijo Harry con irritación—. Pero díganme, ¿qué pasa si lo rompes?

—Que te mueres —contestó Bella con simpleza.

—Fred y George intentaron que yo prestase uno cuando tenía más o menos cinco años —comentó Ron—. Y estuve a punto de comprometerme; ya le había dado la mano a Fred cuando papá nos descubrió. Se puso como loco —explicó con un brillo nostálgico en la mirada—. Es la única vez que lo he visto ponerse tan furioso como mamá. Fred asegura que su nalga izquierda no ha vuelto a ser la misma desde aquel día.

Bella soltó una risita por lo bajo.

—Ya, está bien —dijo Harry—, y dejando aparte la nalga izquierda de Fred...

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Fred. Los gemelos acababan de entrar en la cocina—. Hola, rubia. Mira esto, George. Están usando cuchillos y todo. ¡Qué escena tan conmovedora!

—¡Dentro de poco más de dos meses cumpliré diecisiete años —gruñó Ron—, y entonces podré hacerlo mediante magia!

—¡Hola, ojitos bonitos! Pero mientras tanto —dijo George al tiempo que se sentaba a la mesa de la cocina y apoyaba los pies encima— podemos disfrutar con tu exhibición del uso correcto de un... ¡Ojo!

—¡Mira lo que me he hecho por tu culpa! —protestó Ron chupándose el corte del dedo—. Espera a que tenga diecisiete años...

—Estoy convencido de que nos deslumbrarás con habilidades mágicas hasta ahora insospechadas —replicó Fred dando un bostezo.

—Y hablando de habilidades mágicas insospechadas, Ronald —intervino George—, ¿es cierto lo que nos ha contado Ginny? ¿Sales con una tal Lavender Brown?

Ron se sonrojó un poco, pero no pareció molesto. Siguió limpiando coles.

—Métete en tus asuntos.

—Una respuesta muy original —dijo Fred—. Francamente, no sé cómo se te ocurren. No, lo que queremos saber es cómo pasó.

—¿Qué quieres decir?

—¿Tuvo Lavender un accidente o algo así?

—¿Qué?

—¿Cómo sufrió semejante lesión cerebral?

La señora Weasley entró en la cocina justo cuando Ron le lanzaba el cuchillo de pelar coles a Fred, que lo convirtió en un avión de papel con una perezosa sacudida de su varita.

Bella Price y el Misterio del Príncipe©Where stories live. Discover now