Después del Entierro

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Por encima de las torrecillas del castillo empezaban a verse fragmentos de un cielo azul intenso, pero esos indicios de la proximidad del verano no le levantaron el ánimo a Harry. Bella sabía que se sentía fracasado tanto en sus intentos de averiguar qué tramaba Malfoy como en los esfuerzos de ella y él mismos por trabar una conversación con Slughorn que, de alguna manera, diera pie a que el profesor les revelara ese recuerdo que al parecer había ocultado durante décadas.

—Te lo digo por última vez: olvídate de Malfoy —insistió Hermione con severidad.

Los cuatro amigos estaban sentados en un rincón soleado del patio, después de comer. Hermione y Ron leían juntos un folleto del Ministerio de Magia: Errores comunes de Aparición y cómo evitarlos, porque esa misma tarde iban a examinarse, pero en general los folletos no conseguían calmarles los nervios. Ron dio un respingo e intentó ocultarse detrás de Hermione al ver que se acercaba una chica.

—No es Lavender —dijo Hermione con fastidio.

—¡Uf, menos mal! —resopló él, y se relajó.

—¿Bella Price? —preguntó la chica—. Me han pedido que te entregue esto.

—Gracias...

Bella se puso nerviosa al tomar el pequeño rollo de pergamino. En cuanto la muchacha se hubo alejado, susurró:

—¡Dumbledore nos advirtió que no habría más clases particulares hasta que hubiéramos conseguido el recuerdo!

—A lo mejor sólo quiere saber si han hecho progresos —observó Hermione mientras ella desenrollaba el pergamino.

Pero en lugar de encontrar la pulcra y estilizada caligrafía de Dumbledore, vio una letra de trazos grandes y desgarbados, muy difícil de descifrar debido a las manchas de tinta que emborronaban el pergamino.

   Queridos Bella, Harry, Ron y Hermione:

Aragog murió anoche. Bella, Harry y Ron, ustedes lo conocieron y saben que era extraordinario. Hermione, sé que te habría caído bien. Me gustaría mucho que esta noche asistieran al entierro. He pensado oficiarlo hacia el anochecer porque ésa era su hora preferida del día. Como sé que no los dejan salir del castillo a esas horas, tendrán que utilizar la capa. No debería pedírselos, pero no tengo ánimos para hacerlo solo.

Hagrid

—Miren esto —dijo Bella, y le pasó la nota a Hermione.

—Qué barbaridad —comentó ella tras leerla rápidamente; se la tendió a Harry, quien, al acabarla se la extendió a Ron, que la leyó con cara de incredulidad.

—¡Está como una cabra! —exclamó—. ¡Ese bicho animó a sus congéneres a devorarnos a Harry y a mí! ¡Les dio permiso para que se nos zamparan mientras que, a Bella, como siempre, la iban a dejar ir! ¡Y ahora Hagrid pretende que bajemos allí esta noche para llorar sobre su repugnante y peludo cadáver!

—No es sólo eso —añadió Hermione—. Nos está pidiendo que salgamos del castillo por la noche, y sabe que han endurecido las medidas de seguridad y que si nos agarrar estamos fritos.

—Pero no sería la primera vez que vamos a ver a Hagrid por la noche —alegó Harry.

—Ya, pero nunca por una cosa así. Nos hemos arriesgado mucho para ayudarlo, pero... en fin, Aragog ha muerto. Si se tratara de salvarlo...

—Si se tratara de salvarlo, te aseguro que yo no iría —dijo Ron—. Tú no lo conociste, Hermione. Créeme, lo mejor que podía hacer ese monstruo era morirse.

Bella Price y el Misterio del Príncipe©Where stories live. Discover now