Las Palabras de la Vidente

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—Pero ¿cómo que nadie sabe? —preguntó la señora Pomfrey realmente alarmada.

Habían pasado un par de minutos desde que Bella se había desmayado. La enfermería se hallaba en silencio. La cama de Bella era la única ocupada pues Malfoy, que estaba a unas cuantas camas de la chica, al notar que Harry la traía en brazos, seguido por Dean Thomas y Nehyban, se levantó y se unió a los chicos para ver qué ocurría con Bella.

Cuando Harry llevaba a Bella en los brazos por el pasillo, se encontraron a Nehyban que, al parecer, estaba caminando por el pasillo y no quería estar en la sala común de Ravenclaw pues, en su opinión, parecía sala fúnebre. Este, al ver que la chica que llevaba Harry en brazos nada más y nada menos que Bella, pesó en seguida en una Minorka que lo perseguía por todo Hogwarts para asesinarlo.

Harry, Nehyban, Malfoy y Dean, de pie alrededor de ella, habían pasado un par de minutos tras las cortinas mientras la señora Pomfrey cambiaba de ropa a Bella. Cuando pudieron verla la notaron realmente pálida y estaba sudando, sus labios estaban pálidos y tiritaban.

—¡Que alguien me explique qué fue lo que le pasó a esta niña! —pidió una explicación la señora Pomfrey, colocándole un paño con agua helada en la frente de la muchacha.

Nehyban miraba a Bella seriamente, como si no terminaba de creerse que su muñeca estuviese allí en ese estado. Malfoy, que se veía mejor, observaba también incrédulo, la muchacha se veía tan vulnerable. Dean también la miraba, pero preocupado por lo que quizá tenía aquella amortentia que le colocó al zumo de manzana. Y, por último, Harry, que tenía los parpados enrojecidos y estaba demasiado preocupado, ¿cómo llegó Bella allí? La verdad era que se arrepentía de haber entrado en la sala común, si pudiese arreglarlo, evitaría pasar por allí y se quedaría con Bella en otro sitio bien lejos de Ginny, de Dean, de la sala común y de todo lo que pudiese hacerle daño. Se sentía culpable.

—¿Qué le ocurrió? —preguntó Malfoy con gesto compungido. Dejó un ejemplar que estaba leyendo mientras pasaba su estancia en la enfermería en la mesilla de noche de la rubia y se colocó entre Harry y Dean.

—No sé —contestó Dean.

—¡Tú estabas con ella! —le recriminó Harry.

—¡Silencio! —dijo la señora Pomfrey, mirándolos a todos con gesto ceñudo—. ¿Qué pasó con ella, muchacho? —preguntó a Dean, que la miraba asustado—. ¿Comió algo? ¿Bebió algo? Viste si alguien le dio a oler alguna cosa rara... ¡Pero habla, muchacho!

Dean estaba realmente nervioso, no era capaz de abrir la boca. Pero no sabía que eso estaba impacientando mucho, muchísimo al metamorfomago que estaba a su derecha.

—¡Señora Pomfrey, se ve mal, haga algo! —exigió Nehyban, cerrando los ojos para tratar de calmarse.

—¡Es que no sé qué tiene, y si no sé qué tiene no sé qué debo usar...!

—¡Maldita sea! —bramó Malfoy, que estaba a la izquierda de Dean—. ¡Habla!

—Fiebre muy alta —comenzó a murmurar la señora Pomfrey, haciendo que los cuatro muchachos le prestaran toda su atención—, labios pálidos y resecos en pocos minutos. Esto solo lo he visto en... —Pareció ensimismarse, pues es como si estuviese recordado algo.

—¿En? —dijo Nehyban alentándola a continuar, mientras movía su mano para darle el pie de seguir.

—Es que... —decía la enfermera, ahora llevándose un dedo al labio.

—¿Es que qué? —se impacientó Harry, que notaba como sus anteojos se empañaban.

La señora Pomfrey miró a Bella, que comenzaba a respirar costosamente y luego miró a los chicos, y dijo:

Bella Price y el Misterio del Príncipe©Where stories live. Discover now