Capítulo IV

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“Gotas de mentiras”.

—Fue un accidente —mintió la rosada apretando los puños. Las lágrimas bajaban por sus suaves mejillas. El morocho estaba tapando su rostro.

—Te dije que no quería... —ella tragó saliva.

—¡No tienes que preocuparte! Quizás falló —se atrevió a alzar la voz. Él se paró y se acercó a ella, amenazante.

—¡Eres una patética idiota, ¿sabes?! ¡¿Y qué si no fuera un error?! —le gritó. —¡¿Y qué si me dejas?! ¡¿Eh?! —la tomó de la muñeca y apretó —¡Eres una cobarde!

—S–Steven, me lastimas —sollozó. Observó al muchacho que comenzaba a colorearse de rosado.

—¡NO TE ATREVAS A HACERLO DE NUEVO! —ella cerró los ojos con fuerza a causa del grito. Varias ventanas se quebraron en segundos y ella respiró agitadamente. Por instinto, tocó su gema, comprobando que no tuviera ninguna grieta.

—¡Steven! —la perla entró a la habitación junto al otro trío.

—Steven, detente, la asustas —habló firme Garnet. Amatista observó la expresión aterrada de Spinel y Steven observó la gema de Spinel.

—Más vale que duermas con un ojo abierto —la soltó bruscamente y salió de la habitación, causando un portazo.

—¿Qué pasó? —la espinela miró su gema y la acarició.

—Creé un útero... —cerró sus ojos —... Él no lo tomó bien.

...

Él tomó sus antidepresivos y suspiró, apoyándose en el lavamanos.

—Oh, Spinel, ¿estás bien? —sonrió y se miró en el espejo. —Sé bien que no deberé de hacer esto pero... ¿Y si...? —negó con la cabeza. —¡No! Cálmate, Steven —se restregó las manos por el rostro y decidió lavárselo. —Cálmate —repitió —¿y si le quito tu gema y la rejuvenizo? —negó con la cabeza —¡dije cálmate! —chilló.

—¿Papi? —preguntó la menor asomándose por la puerta. —¿Estás bien?

—¿Eh? ¿Qué? —se giró y la miró. —Sí, Loto, ve a la cama —ella volvió a caminar a su cuarto con cuidado. Él contuvo el aliento y caminó al mismo cuarto.

—Papi, ¿me leerás un cuento? —preguntó emocionada. Él se acercó a paso lento y agarró un libro.

—¿El Principito? —ella asintió repetidas veces.

—¡Sabes que me encanta! —él asintió y empezó a leer en voz alta.

-”Te amo” – dijo el principito…
-”Yo también te quiero” – dijo la rosa.
-”No es lo mismo” – respondió él…

“Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…
Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.

Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas.
Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar.

Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza.
Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.

Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía.

Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”

-”Ya entendí” – dijo la rosa.
-” No lo entiendas, vívelo” – agregó el principito.”

Él subió la mirada y observó el rostro dormido de la menor. Sonrió con dulzura, dejando el libro de lado y acarició su rostro. Un pensamiento cruzó su mente. ¿Spinel lo amaba o lo quería? Puede comprobarlo. Descendió su mano al pecho ajeno y desprendió la camisa rosada, observando la gema expuesta.

—Solo será un segundo —susurró y agarró los extremos de la gema, dispuesto a quitarla. La menor comenzó a removerse incómoda. Sus lágrimas comenzaron a asomar.

—P–Papi, para... Duele... —susurró y él sonrió.

—Cariño, cállate, me desconcentras —el sudor bajó por su frente y comenzó a quitar el corazón del hueco.

—¡P–Papá! ¡Para! E–En serio me duele —comenzó a sollozar. El muchacho se detuvo y alejó su mano rápidamente. El corazón volvió a su sitio y la menor siguió llorando por el susto.

—Loto... —él intentó acariciar la mejilla de su hija pero ella se sentó, alejándose de él. Steven se mantuvo en silencio y cerró sus ojos. —¿Loto? Spinel... —susurró y abrió sus ojos. Se sentó en la cama y suspiró tranquilo —fue solo una pesadilla —miró la mañana lluviosa.

Irónicamente él deseaba hacer eso a pesar de que fuera un sueño.

She's GONE | StevnelWhere stories live. Discover now