Capítulo XII

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“Arcoiris en un funeral”.

¡Vamos! —ella daba miles de saltos, levantando su vestido. —¡Vamos, vamos! —apuró a la perla rosada que la seguía de atrás. La mujer estaba emocionada. —Dios, no puedo creer que esto esté pasando —susurró a lo bajo y acomodó su velo. Se aferró a los claveles.

—Tú puedes, Spinel —agarró por detrás el vestido. La muchacha se atrevió a comenzar a caminar hacia adelante, emocionada. Los toques del piano resonaban con fuerza. La perla rosa la dejó y se fue al lado de Connie, mirándose entre sí. Spinel subió al altar y miró a su prometido.

—¡Queridos hermanos, hoy estamos reunidos para reunir a estas dos gemas en sagrado matrimonio! —habló el cura a lo alto. Steven desvió su mirada a su esposa y le susurró al oído:

—Estás preciosa —ella agrandó su sonrisa. —En serio me encanta el vestido.

—Steven, no te quedas atrás —sacó pecho, destacando su gema.

—Como si tú sí —coqueteó.

—Si alguien no está de acuerdo con esta unión, que hable ahora o calle para siempre —Steven observó a su alrededor. —¿Nadie? Bien, comencemos —miró a SpinelSpinel, puedes decir tus votos —ella se giró y observó al muchacho.

—Steven, tras intentar matarte como cualquier gema de aquí —miró alrededor. Varios rieron —y al haberte vencido en gimnasia artística —parpadeó —fue una casualidad, yo sé que no.

—Te estás contradiciendo —habló entre dientes Steven riendo.

—Cierra el culo —ella contestó entre dientes también. —Puedo intentar rejuvenecerte de nuevo —Steven rodó los ojos, divertido. —Mi punto es... —mordió su labio inferior, buscando las palabras —... Haces que mi corazón se alargue hasta el cielo y me haces sentir la gema más afortunada de todo el mundo... En conclusión: quiero decirte que te amo —varios aplaudieron.

—Steven, es tu turno.

—Recuerdo aquel día de lluvia donde todo floreció. Estabas aterrada porque había comenzado a llover, incluso comenzaste a llorar porque no sabías qué te pasaría —él la tomó de las manos —ahí supe que yo era el que tenía que protegerte. Te tomé de las manos y te dije que todo estaría bien, que siempre puede haber un cielo gris y llover a cántaros, y ahora agrego: que mi amor por ti también va a llover... ¡Va a ser una gran lluvia que no podrás escaparte! Ni con un paraguas, eres lo mejor que me pasaste... Te amo con toda mi alma y daría mi vida por ti.

—Bien, entonces... ¿Spinel, aceptas estar toda tu vida con Steven hasta que la muerte los separe? —ella apretó sus manos.

—¡A–Acepto! —las lágrimas bajaron. Él sonrió y parpadeó.

—¿Steven aceptas estar toda tu vida con Spinel hasta que la muerte los separe?

—¡Carajo, sí! —gritó.

—Entonces los declaro: marido y mujer. Puede besar a la novia —sonrió. Ella enredó su cuerpo alrededor de él, inclinándolo y lo besó. Todos aplaudieron felices.

She's GONE | StevnelWhere stories live. Discover now