Capítulo XI

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“Charcos gracias a la lluvia de diamantes”.

—¿S–Steven...? —ella se acercó tímida al muchacho. Él la miró preocupado. Luego descendió sus ojos al gran charco que había en sus pies. Sus piernas temblaban al igual que su mandíbula. Estaba llorando. —L–Llegó la hora, Steven...

—¿La hora?

—¡Rompí fuente, Steven! —gritó aterrada.

...

—Entonces... —susurró el muchacho observando a la menor —... Me oíste anoche —arrastró las palabras. Ella asintió levemente, observándolo con esos ojitos.

—¿De qué hablabas con a
“aplastarla”, papi? —habló incrédula. Él frunció el ceño y apretó los puños. —¿A–Acaso... —acarició su pecho —... Te refieres a...——

—¿Lo sabes? —interrumpió.

—¿Eh?

—Oh, así que ya lo sabes —bufó y se levantó —y si... —entreabrió los labios —... Nunca me harías nada, ¿verdad, Loto? —ella negó con la cabeza.

—¿Papi?

—Nunca le mentirías a papi, ¿no, Loto? —insinuó.

—Mentir es malo —acarició sus pequeñas piernas.

—Nunca... Fingirías ser otra persona, ¿no... —miró a la menor —... Loto? —la menor parpadeó confundida.

—¿Papi? ¿Estás bien? Es que... Te estás poniendo rosado —sonrió —¡quiero ser rosada también! —él dio varios pasos hacia ella.

—Yo también quiero que seas rosada —se agachó frente a ella —nunca... —acarició su mentón —... Nunca... Y nunca... Me mentirías sobre ser mi hija, ¿no... Spinel? —la menor tragó saliva.

—¿P–Papi?

—Porque... Hay algunas cosas que me inquietan... —agarró las manos pequeñas —... Querías verme la cara de idiota, ¿no, Spinel? ¡¿Querías reírte en mi cara?! —gritó. Ella se encogió en su lugar y soltó un quejido.

—P–Papi, me estás gritando... —susurró.

—¡Eso querías hacer, ¿no?! ¡Piensas que soy un idiota que no sé qué ocurre, ¿no?! ¡Pues te voy a explicar algo... YO NO SOY UN IDIOTA, SPINEL! —él levantó la mano dispuesto a golpear a su hija pero la menor soltó un sollozo, aterrada. Y ahí cayó en cuenta... Spinel no está. La gemela de Loto no está. Apostaba que ella se iría también. —Spin——se interrumpió y acunó en sus brazos a la menor —Loto, no llores, lo lamento —la menor se acurrucó en sus brazos, llorando —papi lo siente...

Irónicamente él se sintió más solo que antes.

She's GONE | StevnelWhere stories live. Discover now