Capítulo VI

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“Llanto en una noche de tormenta”.

Él contuvo su llanto, cerrando los ojos con fuerza. Una enfermera se acercó a él con cuidado.

—Señor, ya pusimos a su hija en incubadora —él al oír la voz de la mujer se levantó.

—¿En serio? ¿Está bien? —la enfermera desvió la mirada.

—Es padre primerizo, ¿no? —él asintió —ella tiene varios problemas para respirar pero parece no haber otro problema —sonrió.

—¿Está usted segura? —la enfermera asintió.

Acompáñemecomenzaron a caminar. Steven se encontraba aterrado, tras ver a su esposa desaparecer en sus brazos y ser remplazada por un bebé recién nacido fue algo hermoso e inquietante. Entraron a un elevador, hasta finalmente llegar a un lugar con miles de bebés.

—¿Está aquí? —habló emocionado él. La mujer se quedó callada.

—No, no lo está —entraron a una habitación donde había una incubadora con una pequeña bebé dormida. Él se acercó a verla. —Puede tocarla, solo mete las manos ahí y listo —él dudó pero metió las manos en dichos agujeros, acariciando los rulos de la bebé. —Es preciosa, ¿no crees?

—Lo es —él cerró sus ojos emocionado. —Gracias por ayudarnos tenerla.

—Por suerte, tuvimos varios casos —sonrió —la aparición de gemas aumentó la experiencia —el hombre asintió y siguió mirando a la bebé y acariciándola. —Lo dejo solo —sin más se retiró.

—Hola, Loto, soy papá —susurró y se aferró al vidrio, mirando a su hija. La bebé se retorció con los ojos cerrados y agarró uno de los dedos del hombre, causando que se le parta el corazón. Él sin más, comenzó a llorar desconsoladamente. —Oh, Dios... Spinelsusurró. Por unos instantes, desvió la mirada a una pegatina de una mariposa morada en la incubadora, suspirando y aumentando su llanto.

...

—¿Has tomado tu medicación? —el hombre asintió.

—Sí, pero no me ha servido de mucho —el psiquiatra suspiró.

—No podemos subirte la dosis, Steven —él rascó su ceja.

—Lo sé —susurró.

—¿Has tenido berrinches–rosados? —el mayor lo pensó.

—No, por suerte, intento controlarme frente a Loto —respondió. El psiquiatra escribió en su libreta. —Pero... He tenido un sueño —el psiquiatra levantó la mirada —sobre que le quitaba la gema a Loto.

—Me contaste que se siente horrible estar sin gema, ¿por qué crees que soñaste eso?

—Solo... ¿La extraño? —dudó.

—Hace cuatros años dices eso —volvió a escribir.

—¿Qué quieres que más diga, que mienta? —el psiquiatra negó.

—Solo me parece curioso.

—Ah —pronunció y volvió el silencio. Solo se oía al psiquiatra escribir.

She's GONE | StevnelWhere stories live. Discover now