𝗼𝗻𝗲. 𝘀𝘁𝗮𝗿𝗱𝘂𝘀𝘁

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Noviembre 1989

Aquila tenía doce años la primera vez que entabló una conversación con Cedric, durante una clase de Historia de la Magia, las cuales Slytherin solía compartir con Hufflepuff. Jamás pudieron imaginar que aquellas palabras que cruzaron serían el comienzo de tantos sentimientos, de todas las lágrimas que les quedaban por derramar y risas que soltar.

En las clases de Binns nadie atendía nunca, ni siquiera los alumnos de primero. El profesor era un fantasma del que se rumoreaba que murió sin siquiera percatarse de ello. No era de extrañar, por lo tanto, que en el aula tampoco se enterase de lo que sus estudiantes hacían o, más bien, no hacían.

Pero ciertos alumnos sí atendían, a duras penas, las palabras de Binns. Aquila necesitaba tomar apuntes y así poder estudiar para sus exámenes, porque temía no alcanzar buenas calificaciones si no. En la otra punta de la clase, al fondo a la izquierda, Cedric estaba acostumbrado a apoyar la cabeza sobre sus manos y limitarse a escuchar y observar.

Así fue cómo Cedric vio a Aquila, con sus pupilas fijas en el profesor, una mano escribiendo rápidamente sobre su pergamino y mordiéndose las uñas de la otra. Sin saber la razón, Cedric pasó la siguiente clase con los ojos posados sobre Aquila, ajeno a lo que Binns contaba.

Unas semanas después, Cedric decidió, impulsivamente, tomar asiento al lado de la morena. Ella le dirigió una mirada inquisitiva en cuanto lo hizo, robándole el sitio a una chica rubia que, resoplando, se movió una fila atrás.

—¿Quién eres? —quiso saber ella.

—Me llamo Cedric Diggory. —El niño le tendió la mano, la cual ella aceptó con recelo.

—Aquila Black. ¿Por qué te has sentado aquí?

—Oh, eso. —Cedric se llevó la mano a la nuca, dándose cuenta de que no tenía una respuesta clara ante aquella pregunta—. Quería ponerme delante para escuchar mejor a Binns. Desde atrás casi no se le oye...

Los mofletes del chico habían cobrado un tono rosado que, a la vista de Aquila, le hizo ver adorable.

—Creía que os enseñaban a no hablar con serpientes —comentó Aquila con ironía, probando al chico.

En el colegio, todos tenían la errónea creencia de que los Slytherin no eran buenas personas. Y, como orgullosa miembro de su casa, Aquila debía sospechar de las intenciones de aquel chico.

—No, no me han enseñado nada de eso.

—Bien.

—Vale.

—¿No habías venido aquí delante para atender? —inquirió Aquila a los pocos segundos, pues ambos se habían quedado quietos y en silencio, mientras Binns hablaba. El sonido de su voz se asemejaba más a un ruido de fondo que al de alguien dando clase.

—En teoría, sí. —Cedric le dedicó una media sonrisa.

Aquila asintió y dirigió su atención al profesor, pero, por mucho que quisiera, no podía concentrarse en la Huelga de las Gárgolas de la que hablaba. Los ojos marrones de Aquila no cesaban de lanzar furtivas miradas a su derecha, donde el chico Diggory parecía totalmente enfrascado en la clase.

Lo cierto era que, aunque Aquila no lo supiera, lo único que el cerebro de Cedric pensaba era en algo interesante que comentarle a la chica. Incluso llegó a imaginarse que la morena le llamaba y le decía algo, hasta que un ligero zarandeo le sacó de sus pensamientos.

FINDING OUR STARS², cedric diggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora