𝘁𝗲𝗻. 𝗯𝘂𝗯𝗯𝗹𝗲 𝗯𝗮𝘁𝗵

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Septiembre 1994

No podía respirar con propiedad, porque cada vez que sus ojos marrones chocaban con la profundidad de la mirada de Cedric, cargada de emociones, su aliento quedaba retenido en su garganta. Simplemente, Aquila no lo comprendía.

¿Por qué aquel chico tan especial la elegía a ella? Cedric podría tener a cualquier chica de Hogwarts, tenía a una buena parte detrás suyo, pero él escogió a Aquila. ¿Acaso ella era tan extraordinaria como Cedric, para tener tanta suerte?

Él le decía que sí. Cedric susurraba lo maravillosa que Aquila era, y sus palabras acariciaban la piel de la chica suavemente. Aunque ella le sonreía con calidez y le respondía que ya lo sabía, sus dudas aumentaban con cada murmullo que les acompañaba por los pasillos.

Porque otra cosa que Aquila no comprendía era la necesidad que la gente tenía por meterse en asuntos ajenos. Desde que apenas tenían doce años y empezaban a ser amigos, los cuchicheos habían sido algo presente en su vida. En cuanto empezaron a salir, los rumores se volvieron más descarados.

«Yo he oído que Cedric la va a engañar».

«El otro día escuché que Aquila no quería hacerlo con él, ¿qué le ocurre?»

«Puede que si lo hacen, se canse de ella y pase a la siguiente».

Cada vez que un comentario de mal gusto llegaba a sus oídos, Aquila tenía que controlarse mucho para no maldecir a nadie en medio del corredor. ¿Por qué no podían dejar de entrometerse en su intimidad? ¿Qué más les daría a esas personas lo que ella hiciera en su vida privada?

Al principio creía que tenían razón, que Cedric se cansaría de ella si no se acostaba con él. Pero después se quedaba mirándole y entraba en razón. Cedric nunca haría eso. Él estaba enamorado de Aquila y respetaba sus decisiones.

Su escape favorito era el baño de los prefectos, donde podía esconderse entre las burbujas de los cuchicheos. Solía estar sola ahí, pero, en ocasiones, otros prefectos usaban el baño al mismo tiempo, por lo que su calma se veía interrumpida. Y eso no le gustaba.

—Me voy ya, Aquila. —Evie Barnard, la prefecta de Hufflepuff de su curso, salió de la bañera y se envolvió en la toalla—. Sé que no te gusta que te molesten mucho tiempo.

Aquila solo sonrió y le permitió marcharse. Nunca habían sido muy cercanas, porque Evie era hija de muggles y a Aquila nunca le habían dejado acercarse a ellos. Recordaba haberla llamado «sangre sucia» en alguna ocasión y, ahora que estaba entrando en razón, se arrepentía.

La puerta se volvió a abrir al cabo de unos segundos.

—Aquí está el cumpleañero —saludó Aquila, abriendo los ojos y dedicándole una sonrisa a su novio.

Su corazón había comenzado a latir apresuradamente con su presencia.

—Me he cruzado con Evie en el pasillo —dijo Cedric, mientras se quitaba la camiseta—. Espero que no la hayas echado otra vez.

—Se ha ido ella solita —replicó Aquila, apoyándose en el bordillo y quedándose con la mirada perdida en la espalda de Cedric.

Tragó saliva cuando él se aproximó y tomó asiento en el bordillo, metiendo tan solo las piernas en el agua.

—¿A qué esperas?

Aquila se impulsó hacia atrás, nadando apenas un metro de distancia. Cedric le sonrió y se adentró en la piscina completamente. Sumergió la cabeza en el agua y, cuando la sacó, la agitó, salpicando con el agua a su novia.

—¡Cedric! —se rio ella—. No eres un perro.

—¡Tengo diecisiete! —gritó emocionado—. ¡Soy mayor de edad!

Se acercó a Aquila y, cuando la tuvo entre sus brazos, ella no dudó en besarle. No era la primera ni la última vez que ambos compartían un baño así, entre besos y caricias más allá, pero uno de los dos siempre se frenaba, tarde o temprano.

A lo mejor eso cambiaba.

En esos momentos, con Cedric dándole suaves y lentos besos en el cuello, Aquila supo que sí quería. Cuando él pasó el pulgar por sus labios mientras susurraba su nombre, creyó estar alucinando.

Cuantos más minutos pasaban, tan deprisa como los latidos de sus corazones, más claro lo tenía. Tanto que se le hacía imposible no pensar en eso.

—Cedric.

Estaba sentada a horcajadas sobre su regazo, con las burbujas cubriéndoles. Él no dejó de besar su clavícula ni de jugar con el lazo de la parte de arriba de su bañador, desatándolo tan lentamente que Aquila se desesperaba.

Repitió su nombre y subió su mentón con la mano, obligándole a mirarla a los ojos.

—¿He hecho algo mal? —se preocupó él, hablando con voz agitada y un poco ronca.

Aquila negó, mordiéndose el labio.

—Estoy preparada —murmuró ella.

—¿En serio? —Cedric tragó saliva cuando la vio asentir con la cabeza.

Aunque el mundo estuviera decayendo, aquello no importaba en la nube de pompas de jabón en la que ambos estaban inmersos. La misma en la que Cedric no solo terminó de desabrocharle la parte de arriba, sino que toda prenda de ropa acabó por desaparecer.

La nube subió tan alto que se perdió entre las estrellas, porque Aquila podía jurar que, en ese momento, se encontraban mucho más por encima del cielo.

Acababa de darle el mejor regalo de cumpleaños a Cedric.





lpm no hay nada explicit y aun así me da vergüenza en fin me voy 🏃‍♀️

FINDING OUR STARS², cedric diggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora