𝘁𝗵𝗶𝗿𝘁𝗲𝗲𝗻. 𝗱𝗿𝗮𝗴𝗼𝗻𝘀

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Noviembre 1994

Aquila se encontraba feliz por haber clasificado como la legítima campeona de Hogwarts, y estaba decidida a dar lo mejor de sí para ganar.

Caminaba de la mano con Cedric, rumbo a su clase de Encantamientos, cuando sin previo aviso libros, plumas y todo lo que cargaba en la mochila cayó al suelo. Aquila la levantó, confundida, y vio que estaba rasgada.

—Pero ¿qué demonios ha pasado?

Cedric se agachó para recoger las cosas y la morena hizo lo mismo, refunfuñando.

—¿No era nueva la mochila?

—Por supuesto, mis padres me compran una todos los años. Esta mañana estaba en perfecto estado.

Aquila observó a su alrededor, y sus ojos se toparon con el chico Potter. Él la miraba con clara intención de acercarse.

—Ve yendo a clase, Cedric. No tardaré.

—¿Dónde vas? —preguntó él, extrañado.

Aquila señaló con la cabeza a Potter, quien rápidamente apartó la mirada.

—Está bien, pero date prisa. —Cedric le dio un corto beso en los labios—. Le diré a Flitwick que surgió algo del Torneo.

Ella le sonrió antes de que se marchara, al tiempo que el azabache se acercaba.

—Voy a llegar tarde a Encantamientos, y gracias a ti tengo rota la mochila. ¿Se puede saber qué quieres?

Sinceramente, Aquila no tenía una buena impresión sobre Harry Potter. Pensaba que el chico había hecho algo para burlar al Cáliz de Fuego y conseguir entrar en el Torneo de forma ilegal. Y aquello no le parecía nada justo.

—La primera prueba son dragones.

Aquila miró a Potter con el ceño fruncido.

—¿Cómo?

—Dragones —repitió él con rapidez—. Han traído cuatro, uno para cada uno, y tenemos que burlarlos.

En esos momentos, Aquila sintió el pánico corriendo por sus venas. Por si acaso, no se lo dejó ver. ¿Y si le estaba gastando una broma?

—¿Lo dices en serio?

—Completamente. Los he visto.

—¿Cómo que los has visto? Los campeones no podemos saber nada sobre las pruebas.

—No importa —acalló Potter—. Pero no soy el único que lo sabe. A estas horas Fleur y Krum ya se habrán enterado, porque Maxime y Karkarov también los vieron.

Aquila murmuró un hechizo para que la mochila se cosiera y metió todos los libros de nuevo, levantándose.

—Si piensas que te voy a agradecer que te hagas el héroe, te equivocas de persona —replicó Aquila, todavía recelosa.

—Solo pensé que era lo justo —balbuceó Harry, atónito por su reacción—. No quería que te quedaras sin saberlo, Aquila.

FINDING OUR STARS², cedric diggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora