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POV Rubius.

Me levanté con una energía que hace mucho no sentía. Me dirigí a la cocina donde se encontraba mi madre con un papel en frente.

—Firma.— dijo sin más.— Quiero que vayas a un instituto, tienes notas sobresalientes, está es una excelente escuela.

Me senté a su lado para revisar el papel, y efectivamente era un instituto caro. Firme sin pensarlo. Necesitaba alejarme.

•°•°•°•°•°

Mi mejor amigo, Mangel, iba conmigo en el camión, hacíamos bromas sobre los colores, sobre cuáles nos iban a tocar, como sería estar separados "un amor tipo Romeo y Julieta".
Cuando llegamos todos bajaron en orden. Yo seguía riendo sin tomar importancia a lo que pasaba.
Pero una voz un poco aguda llamo mi atención, un chico con un cuerpo perfecto estaba hablando y no pude evitar reír. ¿Cómo es que alguien así tenía esa voz?
Empezamos a caminar hasta un tipo de auditorio donde había secciones con asientos de colores. Me senté en los negros.
El chico de nombre "Samuel, alias vegetta" me miraba... Yo le sostuve la mirada, aprecie sus facciones, y la verdad es que es atractivo.
Después de la conferencia pasamos a la parte trasera del instituto, ahí nos esperaba Alex, un chico de los rojo. Nos nombró a cada uno por apodo y color. Me había tocado blanco junto a Mangel, debo admitir que era decepcionante no tener ese cuento de Romeo y Julieta.
En cuanto nos dieron direcciones corrimos hacía nuestra habitación para verla. Era grande y bastante modesta, tenía dos camas, un baño, dos roperos y dos escritorios.
Lanzamos nuestras cosas y dimos un grito de emoción.

•°•°•°•°•°•°

La cafetería también tenía colores, las bancas, el piso tenía una especie de camino del color determinado. Me parecía curioso. Me senté en una de las mesas observando cada persona sentada conversando.
Los verdes eran demasiado risueños, los rojos parecían que debatían, los negros eran demasiado serios, los azules reían de igual forma, los café tenían algo así como planos, los morados eran una especial de mezcla de todos...
El chico, bueno, vegetta me observaba, o eso creo yo, bueno. ¿Cómo no verme? Si es que literal que estoy encima de la mesa sentado como indio. Puse mis manos en la cabeza y él me sonrió, yo la devolví, pero mi estómago se sentía raro.

•°•°•°

Era veintiocho de febrero.
Final de mes...
Hoy podría hablar con otros colores, la verdad es que tenía ganas de socializar.
La noche ha ya llegado. Una banda que no conocía estaba tocando. Yo jalaba a mi compañero perezoso para ir abajo.
Estando abajo lo primero que ví fueron a los colores bailando y conversando, era bastante bonito.

—Hola.— había tocado mi hombro.

Giré sin cuidado, fue tanta mi torpeza que caí con él al piso.
Sus ojos conectaron con los míos... Sus ojos bajaban a mis labios, al tener una mano en su pecho sentía sus latidos acelerados y el presionaba delicadamente mi cadera hacia él... Fueron los segundos más largos de mi vida.

—Esto es ilegalisimo.

Me pare lo más rápido posible y le tendí mi mano. La rechazó con cortesía y de igual forma se levanto.

—Rubius.— mi voz tembló.
—Vegetta.— guiño el ojo.

Nuestros colores.  {Rubegetta} 📌EN CORRECCIÓN📌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora