13. El peso que recayó sobre los hombros de la hechicera.

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Con un empujón la puerta de madera se cerró provocando un rechinido que apenas se escucho cuando la reina, sin perder tiempo bajo a la hechicera de su hombro. Una sombra de enojo cubría el rostro de la rubia.

Un quejido se escapo de los labios de la azabache cuando sus pies tocaron el suelo. Con su fuerza reducida, se tambaleo un poco. Su furia por las acciones de la reina se podía ver en su cara y sobre todo en su tono al hablar.

— ¡¿Qué diablos te sucede?!— Cuestionó Merlia mirando con ojos acusadores a la rubia.

— Quítate la ropa. — Ordenó Aurora con voz firme ignorando las palabras de la hechicera.

Merlia frunció el ceño con confusión.

— ¡¿Qué?! — Pregunto sin creer haber escuchado bien las palabras de la reina.

— Hay más heridas ¿cierto? — Cuestiono Aurora dando un paso al frente quedando cara a cara junto a la azabache. — Muéstramelas —

El rostro de Merlia empalideció ante lo que insinuaba la reina. Ver su reacción por un par de moretones y cortes no se compararía en nada a que viera las horrible cicatrices que había en su cuerpo o los grandes moretones que muy seguro aun no desaparecían.

La hechicera dudaba que pudiera soportar dicha vista, incluso había veces en que Gaia no podía con verlas. Era por eso que, para Merlia lo mejor era esconderlas y dejar que la sanadora real solo curase las que no pudiese producir una severa repugnancia.

Aurora se espantaría al verlas todas juntas, el dejarle hacerlo no era una buena idea pero conociendo lo terca que podía ser la rubia, las opciones de la hechicera quedaban cortas.

— Aurora — Comenzó con calma, intentando hacerla entrar en razón.

— No lo volveré a repetir, Merlia. — Interrumpió la reina haciendo que con su tono intimidante la hechicera retrocediera y chocara con el borde de la pequeña cama.

La azabache miro los ojos fríos de Aurora que la miraba a la espera de que cumpliera sus órdenes. Dejando escapar un suspiro, alargo la mano a su espalda desatando el hilo que mantenía sujeto su vestido y tiro de él. Presionando sus labios para no dejar escapar sonido alguno de su agonía al tener que mover su cuerpo aun con las heridas abiertas y deslizo las mangas largas del vestido hasta que toda la parte superior quedase colgando en sus caderas.

La mirada de la reina recorrió el cuerpo de la hechicera con espanto.

No solo su herida reciente de la espada se encontraba en la piel de la azabache, moretones de gran tamaño adornaban sobre los costados de las costillas. Los brazos que siempre se encontraban tapados se veían con diferentes cortaduras, raspaduras e incluso quemaduras. Sus muñecas tenían líneas gruesas las cuales contaban que alguna vez fueron esposadas de una manera tan agresora que terminaron siendo lastimadas.

Viejas cicatrices se notaban en su vientre y por encima de sus pechos, algunas incluso se sobreponían a otras. Sin mencionar las heridas que aun seguían abiertas.

Aurora tragó mientras una mano se dirigía a su boca apartando la mirada por un momento, para después volver como queriendo creer que todas esas heridas no estaban ahí. Pero al regresar todas seguían allí incluso sintiéndose más dolorosas ante sus ojos que ardían al sentir la angustia y preocupación creciendo dentro de ella.

— Estuvimos en una batalla, Aurora. — Hablo Merlia antes de que la reina pudiera decir algo mientras sus ojos se mantenían fijos en el suelo. — Yo también pelee en ella. —

La reina negó con enojo en su cara.

— No mientas, Merlia. — La reina negó con enojo en su cara. — No mientas. — Repitió elevando su mano para señalarla. — Esas son cicatrices. Podría creerlo de los moretones pero no de todo lo demás. — Vociferó con desespero.

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2021 ⏰

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