Capítulo 5

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Él.

Tomás. 22 años, más bien bajito 1,60, de tes morena, pelo negro, ojos cafés. Tenía tatuajes en su brazo izquierdo que me llamaban mucho la atención, y me hacían tener un cierto interés extra en él. Llevaba en su muñeca una pulsera roja tejida que normalmente se usa como símbolo de protección y buena suerte. Como ya mencioné varias veces, tenía una sonrisa encantadora, y sus ojos normalmente expresaban más que sus palabras. Le gustaba el hip hop, y estudiaba ingeniería. 

Yo.

Alessa. 21 años, casi de la misma estatura, tes blanca, pelo rubio, ojos cafés. Mi vida era normal, nada de extraordinaria. Llena de lecturas de novelas, historias, todas de amor. Siempre quise ser la protagonista de mi propia historia...y llegó él. 

Como ya había dicho anteriormente, la historia de Tomás y yo comenzó muy rápido. El avanzar rápido en las etapas de la relación y mis sentimientos por él. Sentí cosas desde el primer momento en que lo conocí. Y esas cosas no fueron más que incrementando con el tiempo. 

Cuando comenzamos a salir hubieron problemas en nuestra univesidad por lo que ninguno de los dos debíamos asistir, y por lo tanto ambos teníamos muchas ganas y tiempo para vernos. Salir con él era reir a carcajadas, tardes llenas de besos y cariños. No importaba que hacíamos, sólo vernos era suficiente. Al comienzo siempre es igual. Siempre todo es bonito, siempre son maripositas en el estómago, sonrisitas, nervios. 

Estábamos en su pieza, acostados en la cama tranquilos escuchando una playlist con su música cuando de repente sonó un tema que me gustaba mucho: Deja vu de Kabalah. 

♫ baby tú, sólo tú, eres la luz de mis deseos...me recuerdas a alguien que soñé girl ¿cómo te llamas? hey mama, dime que tramas, hey mama; me recuerdas a alguien que yo siempre quise baby, hoy vuelvo a encontrarte...oye tu mi nena tus ojos me queman y se me derrumba todo mi sistema  ♪

Yo no pude evitar cantar las partes de la canción que me sabía, emocionada porque hace muuucho tiempo que no escuchaba esa canción, la cual era una especie de rap pero muy pegajosa. Él, mientras canto, me mira fijo, con sorpresa en su rostro. 

-¿Qué pasa?   -le pregunto, sonriendo pero con vergüenza a la vez.- ¿Tan mal canto? 

-Nooo...  -rie y sus ojos se le achinan-  es que... wow. 

-¿Qué?

-No sabía que te gustaba este tipo de música. 

-¡Si! O sea, no es que la escuche siempre, pero me gusta bastante. ¡Este tema es muy bueno!

-¿Qué otros grupos de este estilo te gustan?  

-Mmm, me gusta Movimiento original un poco también. No me sé tantas canciones pero su música es muy buena. 

-¡Son buenísimos! A mi también me gustan. Conocí al vocalista una vez.

-¡Nooo! ¡Qué bacán! A mi me gustan por culpa de mi hermano, la verdad.

-¿En serio? 

-Si, el también escucha esta música y de tanto escucharla me terminó gustando. 

Seguimos escuchando música y cantando juntos, abrazados y disfrutando de la fría tarde de Mayo. 

Fueron las cosas que parecerían insignificantes y tontas, pero que tuvieron un gran peso en sentir cada vez más. La complicidad, las miradas. Hoy miro hacia atrás a estos momentos y sonrío. 

Nunca dejes de soñar | CompletaWhere stories live. Discover now