¿Cumplirás?

50 12 14
                                    

-Santo Dios, jamás creí verla algún día en persona.- dijo Alastor analizando con detenimiento la lanza. -¿De dónde coño la sacaste?- preguntó con la boca entreabierta.
-De la mochila de Hunter. Su padre la encontró en Egipto hace años.- expliqué.
-Nadie debe saberlo. Si alguno de esos malnacidos se entera; el niño está muerto.- aseguró Jimmy.
-Él no la encontró. No tiene nada que ver con esto.- negué con ma cabeza.
-¿No tiene nada que ver? Hermano, esa lanza está destinada a ser encontrada por el elegido. Su ADN está esparcido en ella.- maldita sea, tenía toda la razón.
-¿Eso quiere decir que... Hunter es el Mesías?- preguntó Jade.
-Es un 90% probable...- respondió Jimmy.
-¿Qué debemos hacer?- pregunté.
-Si él es el elegido entonces su destino ya está escrito. Pasará lo que tenga que pasar.- explicó.
-¿Estás diciendo que él tiene que matar a ese desgraciado?- pregunté confundido.
-No lo sé, todo es tan confuso. No podemos hacer eso, es sólo un niño.- negó con la cabeza mientras miraba a la nada. -Deberán seguir con su plan y pasará lo que tenga que pasar.- agregó.
-¿No pueden ayudarnos ustedes?- preguntó Nicholas.
-A eso veníamos, amigo... veníamos a advertirles de que la sexta trompeta está muy cerca. Apartir de aquí nadie del reino de los cielos podrá ayudar a ningún mortal.- explicó Brian.
-¿Se olvidarán de nosotros?- preguntó Jade con los ojos cristalinos.
-No, jamás haríamos eso, linda, pero defender a los mortales de la caótica situación sería como estar en contra de la voluntad de nuestro padre.- respondió Jimmy.
-¿Cuánto tiempo?- pregunté serio.
-Dos horas, máximo.- respondió Johnny.
-Joder, no, no tan pronto...- negué con la cabeza.
-Cuando la trompeta suene el Anticristo subirá al acantilado más alto que encuentre, en donde hará el ritual para despertar a la criatura y en donde al sonar la última trompeta su jurisdicción no tendrá límite alguno y se degustará de tener el dominio completo del mundo.- explicó Jimmy.
-No mientras siga con vida.- aseguré.
-Matt, tenemos que ir a dejar a Jade y a los niños, ya.- dijo Sam ansiosa.
-Sí, vamos ahora mismo...- concluí.

Mis hermanos se marcharon y yo llevé a Jade y a los niños de regreso a nuestra casa para poder dar comienzo con el plan.

-Creo que ya estuvieron buscándonos.- dijo Jade con los ojos llorosos al ver nuestra casa destruída y prácticamente incinerada.
-¿Dónde estamos, papi?- preguntó Gretel en la parte trasera en la que iba junto con Hunter y Luna. Todo estaba tan destrozado que ni siquiera mi hija podía reconocer que era su hogar.
-Te diré luego, princesa.- respondí sintiendo un nudo en la garganta. Todos los bonitos recuerdos que había vivido en esa casa ahora estaban destruidos, pero no era el momento para lamantarse de ello.
-¿Qué hacemos aquí? No queda nada.- preguntó Jade en voz baja.
-Sólo sígueme...- aparqué y salí de la camioneta.
-Demonios, esos bastardos...- dijo Andrew saliendo de su auto, enfadado al ver la que solía ser nuestra casa.
-¿Dónde está Alastor y los demás?- pregunté.
-Están terminando de preparar todo, nos alcanzarán.- explicó Nicholas quién venía con él.
-Bien...- tomé a Jade y a Gretel de la mano y las llevé al jardín trasero. Ahí busqué la señal que había dejado en el piso con pasto sintético y lo levanté dejando al descubierto una pequeña puerta.
-¿Qué es esto?- preguntó Jade frunciendo el entrecejo.
-Es un refugio antibombas que mandé a construir aquí cuando compré la casa.- expliqué mientras abría con llave la puerta.
-Yo no sabía eso.- entrecerró los ojos.
-Linda, no quería que entrarás en pánico, sabía que algún día íbamos a necesitarlo.- levanté la pesada puerta fui el primero en bajar cuidadosamente por las escaleras. Encendí la luz y una vez que me aseguré de que todo estuviera en orden regresé a ayudarlos a bajar.
-Vamos, princesa, tú puedes...- tomé su manita y la ayudé a bajar, al igual que con Jade y Hunter posteriormente.
-Papi, falta Luna...- dijo Gretel preocupada.
-Aquí ya la traigo, pequeña...- respondió Andrew bajando a nuestra mascota con gran trabajo.
-Gracias, abuelo.- abrazó a la perra en cuanto la colocó en el suelo.
-¿Entonces a dónde irán?- preguntó Jade con notoria preocupación mientras sostenía mi mano con fuerza.
-Al único lugar de aquí donde hay acantilados, preciosa; al Big Sur.- respondí. Saqué una de las tantas armas que Andrew nos había proporcionado y se la di.
-Está bendecida, así que no dudes en usarla si alguno de esos malditos los encuentra.- ella la tomó y me miró con desasosiego. -Sabes qué hacer; sostienes firmemente, apuntas y disparas.- continúe. Jade sólo asintió.
-¿Cumplirás tu promesa, cierto?- sus hermosos ojos color miel se humedecieron.
-Claro que sí... volveré, no me perderás.- acuné su rostro entre mis manos.
-Te amo...- sus lágrimas comenzaron a caer.
-Yo te amo más...- besé sus labios cortamente. -Vamos a salir de esta, ya lo verás y sacaremos lo mejor de todo esto...- susurré mientras acariciaba su rostro con dulzura.
-Está bien.- sonrió entre lágrimas haciendo que mi corazón se achicara. Volví a besar sus salados y carnosos labios esperando muy dentro de mí que no fuera la última vez que lo hacía. Al separarme de ellos me acerqué a mi hija, me coloqué a su altura y tomé sus manitas.
-Mi amor, te vas a quedar aquí con tu mami y con Hunter. Necesito que seas muy valiente.- ella hizo un puchero.
-¿Te vas?- preguntó.
-Sólo por un momento, cariño, papi tiene que ayudar a que los malos no ganen.- expliqué. -Promete que por nada saldrás de aquí, necesito que estén a salvo.- puse su cabello detrás de sus orejas
-Lo prometo, papi.- respondió sin quitar su carita de tristeza.
-Eso...- besé su frente y la abracé.
-Papi, te quiero...- solté un suspiro y pasé mi mano por su rubia melena.
-Y yo a ti, mi princesa.- dejé un beso más en su mejilla y miré  Hunter quién sólo nos observaba con atención. -Quiero que cuides de ellas. ¿Lo harás?- alboroté su cabello con la palma de mi mano en su pequeña cabeza.
-Sí, señor, pero...- no lo dejé terminar, creo que sabía muy bien lo que diría.
-Bien.- me aproximé a la salida.
-Pero, espere...- me siguió.
-¿Vas a dejar a Jade sola con los niños?- preguntó Nicholas cruzándose de brazos.
-Entonces quédate a cuidarlos...- rodé los ojos.
-Sí, buena idea.- sonrió satisfecho.
-Estoy de acuerdo.- añadió Andrew.
-Señor Sanders.- insistió Hunter.
-Oye, Matt, si no sobrevives ¿puedo tener una oportunidad de...- no dejé que Nicholas terminara su oración, que sabía con exactitud a dónde iba.
-¡No!- grité haciendo que él se sobresaltara.
-Está bien, sólo preguntaba...- se encogió de hombros.
-¡Señor Sanders!- volvió a insistir Hunter. Suspiré y me volví hacia él. -Escuché lo que hablaba con sus hermanos y ese señor... si yo soy al que quieren, ¿por qué no me dejan ir a mí?- me sorprendió la valentía con la que había dicho todo eso.
-Porque eres sólo un niño y eso no es seguro.- respondí serio.
-Jimmy dijo que era 90% seguro.- aseguró con un tono similar al mío.
-Para mí aún es mucho un 10%. No voy a arriesgarte, me prometí a mí mismo que cuidaría de ti.- comencé a subir las escaleras.
-Pero y si evito que más gente muera...- tiró levemente de mi ropa impidiendo que me fuera.
-Escucha...- bajé y me arrodillé a su altura. -No puedo ponerte a pelear con un hombre cuando no estoy 100% seguro de que tú eres el elegido para hacerlo. Sería ser un desgraciado. Quiero que te quedes aquí y cuides de ellas y de la lanza... después de todo por alguna razón venía contigo. ¿De acuerdo?- él miró al suelo y asintió.
-Bien, fortachón.- choqué puños con él. -Es hora de irnos.- le dije a Andrew, quién se despedía de Jade y Gretel.
-Sí, estoy listo...- dijo para después salir.
-Cuida bien de ellas, o te patearé el trasero cuando regrese.- le dije a Nicholas mientras subía.
-Es lo justo, pero si no regresas; yo patearé tu ya tieso trasero.- su comentario me hizo reír.
-Hecho.- dije entre risas. Mi sonrisa se esfumó al escuchar ese sonido que siempre hacía que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo.
-Es la sexta trompeta.- dijo Andrew desde arriba.
-Vámonos...- terminé de salir y escuché como Nicholas cerró por dentro. Cubrí bien la entrada y salí del jardín junto con Andrew, para encontrarnos con Alastor y los demás ya esperándonos.
-Ya ha comenzado.- dijo desde su camioneta.
-Vamos ya, todos síganme...- ordené para después entrar a mi auto y arrancar a toda velocidad. 
-Matt...- el radio localizador que Andrew me había dado comenzó a sonar. -Matt, ¿me escuchas?- tomé el radio que se encontraba en el asiento del copiloto y presioné el botón para responder.
-Fuerte y claro.- respondí.
-¿No crees que las cosas se ven un poco tranquilas?- preguntó.
-No te confíes, mantén los ojos abiertos.- dije mirando de izquierda a derecha.
-Enterado.- dejé el radio en el asiento y seguí con la vista puesta al frente.

Estaba realmente impresionado de ver todo lo que esos malditos había causado. Las calles no decían otra cosa más que muerte, el cielo era cada vez más oscuro debido a la gran cantidad de humo acumulado en el ambiente por casas, iglesias e incluso edificios enteros que habían sido víctimas de las llamas causadas por esos malnacidos. Había muy poca gente en las calles, que caminaban aparentemente sin rumbo alguno. Gente sin esperanzas, gente obligada a callar sus susurros, gente sin fe. Con la mirada pérdida, los huesos notoriamente cansados y con el dolor cargando sobre sus hombros como una enorme cruz de sus pecados que ahora están obligados a pagar.

-¡Matt!- escuché nuevamente la voz de Andrew. -¡Matt algo pasa!- ni siquiera pude responder cuando miré por el retrovisor como la camioneta de hasta atrás era volcada por una enorme ráfaga de fuego. -¡Los perdimos, los perdimos!- gritó Andrew por el radio localizador. Apreté los labios y di un duro golpe al volante con la palma de mi mano de la rabia, giré completamente el mismo y me orillé.
-Andrew, dile a Alastor que siga avanzando. Yo me encargo...- dije a través de mi radio.
-De acuerdo, pero ten cuidado.- respondió.
-Necesito que tú te quedes cerca.- dije admirando a metros de distancia a aquél infeliz que había derribado a una de nuestras camionetas. De al menos unos cinco metros de altura, con largos cuernos que iban desde su frente hasta la parte baja de sus brazos, con ojos color lava y una boca que emanaba fuego. Tomó con sus monstruosas manos la parte de atrás del auto de Andrew impidiendo que siguiera.
-¡Matt, me tiene, ese bastardo me tiene!- tomé mi ametralladora y disparé hacia él desde la ventanilla.
-¡Oye!- le grité sin ningún temor llamando su atención y seguí disparando. Me miró con ira al saber exactamente quién era. Soltó el auto de Andrew y fue hacia mí. Entré de nuevo al auto y arranqué tratando de perderlo, pero iba a ser inútil, el maldito era más rápido que un simio escapando de un laboratorio.
-Te voy a extrañar...- dije con pena hablando con mi propio vehículo. Frené quedando frente a frente con él. -Vamos, ¿qué esperas?- susurré. Como si él hubiera escuchado mi murmullo; se colocó en cuatro patas y fue por mí. Pisé a fondo el acelerador para poder acercarme y cuando estuve lo suficientemente cerca; tomé una granada, retiré el anillo con los dientes y la sostuve con fuerza hasta estar lo suficientemente cerca. Justo cuando el bastardo se me abalanzó; abrí la puerta, dejé la granada adentro y salté. La fuerza de la explosión hizo que volara por los aires unos metros más de lo que había saltado.
-¡Aaaaagghhh!- me estrellé contra el pavimento y miré tirado en el suelo como aquél infeliz era derribado encima de una casa.
-¡Matt sube!- gritó Andrew deteniendo su auto justo enfrente de mí. Hice lo que me dijo y fue a toda velocidad a alcanzar a Alastor.
-¿¡Estás loco!? Pudiste morir ahí.- me sermoneó.
-¿Tenías una mejor idea?- pregunté un tanto adolorido por la caída. Rodó los ojos y negó con la cabeza admitiendo que no.
-¿Alguien sobrevivió?- pregunté.
-No, todos los que iban a en esa camioneta murieron. Ahora tenemos menos excorcistas.- respondió.
-Maldita sea.- dije para mí mismo en voz baja.

I Fell In Love With The Devil (Armagedon)Where stories live. Discover now