~Capítulo 12~

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Todos habían optado por dirigirse a dormir tras haber comido algo reunidos en la cocina, siendo que cada uno de ellos se hallaba cansado, sintiendo sus párpados pesados a tal punto que realmente era difícil mantenerlos abiertos

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Todos habían optado por dirigirse a dormir tras haber comido algo reunidos en la cocina, siendo que cada uno de ellos se hallaba cansado, sintiendo sus párpados pesados a tal punto que realmente era difícil mantenerlos abiertos.

La casa de Driel no era precisamente grande en lo que cabía la palabra, y sin embargo; los muebles y objetos en ella se encontraban tan bien colocados que parecía una clase de rompecabezas donde todo encajaba correctamente, por lo cual la hacía lucir más espaciosa de lo que realmente era.

Siendo honesta, Addie no prestó atención a los detalles, y luego de que hubiera transcurrido una media hora en la cocina con los demás, Driel los guió a un par de habitaciones de las cuales no se molestó en cuestionar a quién o quiénes pertenecían.

—No te molesta compartir cama con Kasla, ¿o sí? —preguntó Driel una vez que las hubo guiado a través de un pasillo a lo largo, llegando a lo que debía ser la parte trasera de la casa.

Addie negó con la cabeza.

En realidad, no dudaba que la compañía le viniera bien y hasta le sirviera de cierto confort y calidez. De hecho, después de haber cruzado el umbral de la habitación que parecía perfectamente ordenada, con pocos muebles y con una cama de sábanas un poco raídas pegada a la pared, supo que se sentía segura. O al menos tanto como podía sentirse estando lejos de su casa y su familia.

Kasla salió de la recámara tras una petición suya, pues Addie sí había traído algunos cambios de ropa en su mochila, y decidió que prefería dormir con otras prendas puestas que le dieran más comodidad, algo que Kasla no podía hacer, dado que no contaba con la misma carga.

La chica, cuando volvió a entrar al cuarto, tan sólo se había quitado la capa de sus hombros, quedando con aquel vestido que, a juzgar por su rostro, no era exactamente incómodo. Addie se sentó en la cama, con su peluche del cual no se había separado en toda esa aventura entre sus brazos, y con una sonrisa que era dominada por el sueño, se acurrucó en la cama, quedando con la pared a un lado y con Kasla al otro, quien aparentemente se había dormido en el momento en que su cabeza tocó la almohada.

Algo que no sucedió con Addie.

Sus horarios de dormir solían ser a partir de las nueve de la noche, y a veces dormía hasta más tarde, generalmente el factor de esto era que en momentos inoportunos e inexactos su madre se retrasaba en el trabajo hasta horas, y Addie debía quedarse con algún familiar suyo que accediera a cuidarla. Pero con todo lo sucedido le sorprendía que no pudiera conciliar el sueño con la misma facilidad con la que Kasla lo había hecho.

Bueno, no tanto realmente.

Era claro que esa opresión que sentía en su pecho y en la boca de estómago no era otra cosa más que miedo, preocupación y angustia en conjunto. ¿Qué haría? ¿Algún día volvería con su madre y todas las cosas estarían bien? Temía saber el final de esa historia, de su historia. Era como una de los cuentos de hadas: Curiosa, extraña y fantasiosa... Pero, ¿y si no acababa como una? ¿Y si no existía tal cosa de vivieron felices por siempre? No podía dejar de pensar en los Burnttrill ni tampoco lo que había sucedido en el castillo.

Addie Bagler Y La Maldición Del Sueño © #1 [COMPLETA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt