~Capítulo 15~

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Ir a caballo era otra de las experiencias que Addie debía añadir a todo lo que nunca antes había hecho y al tipo de cosas que muchas niñas de su edad soñarían con hacer

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Ir a caballo era otra de las experiencias que Addie debía añadir a todo lo que nunca antes había hecho y al tipo de cosas que muchas niñas de su edad soñarían con hacer.

Al principio le pareció tosco e incómodo, habiéndose acomodado en la parte delantera, compartiendo un caballo con Kasla —quien, de hecho, parecía como si pudiera caer dormida en cualquier minuto—, pero conforme pasó el tiempo se acostumbró lo suficiente para dejar de aferrarse a los costados del animal cada vez que éste se sacudía.

Su cababallo llevaba una silla de montar y riendas, pero realmente no lucía que estuviera demasiado acostumbrado a ellas a juzgar por la cantidad de ocasiones que relinchó, molesto y pisoteó el suelo cuando Kasla jaló de sus riendas. Quizá era un caballo salvaje al cual obligaron aparentar lo contrario. Aunque era bonito, Addie sabía esto con seguridad, era color blanco con una que otra mancha color grisácea y con una melena dorada con algunos cabellos castaños. Y era un caballo macho.

—¿Cómo se llama este caballo? —preguntó cuando pasaron algunos minutos de haberse subido y de que el animal comenzara a trotar por el sendero.

Kasla bostezó y se encogió de hombros como respuesta. Los caballos de Hyrod y Layson los seguían a los costados, y por lo mismo eran perfectamente capaces de oír su conversación.

—No me dijeron su nombre, del de ninguno realmente —contestó Hyrod con semblante pensativo.

—¡No pueden solo no tener un nombre! —musitó Addie con verdadera indignación.

—Ponles nombre, Addie —murmuró Kasla con tono divertido, adivinando a donde quería ir a parar la niña.

Ella asintió con la cabeza y juntó las yemas de sus dedos, acurrucandose en una postura más cómoda.

—Bien —dijo, y entonces señaló con su cabeza a su caballo—, él se va a llamar Manchas, porque sus manchas son muy bonitas.

—Eso no es un nombre —murmuró Layson, con un casi invisible asomo de sonrisa en la comisura de sus labios.

Addie ignoró su comentario y continuó, está vez señalando el caballo de él y llamándolo Tormenta, y al de Hyrod como Arena, haciendo que el asunto quedara zanjado.

Elegir los nombres era una cosa que amaba de tener mascotas, aunque irónicamente Biel, su única mascota, era una excepción, pues su nombre lo había escogido su madre, ya que cuando decidió quedárselo Addie tenía cinco años y prefirió dejarle la tarea de escoger un nombre a ella.

El clima había vuelto a la normalidad, y el cielo de nuevo estaba despejado, aunque eso no quitaba el hecho que todos ellos siguieran cargando con sus ropas húmedas y mojadas, y Addie llegó a la conclusión que si los chicos no hacían nada al respecto era porque cualquier otro intento de magia podría dejarlos aun más exhaustos de lo que ya estaban.

Los caballos en sí representaron un gran cambio en su rumbo y camino, haciendo que todo fuera más ligero y ya no tan cansado. Aunque se volvía más incómodo mientras el tiempo avanzaba, y en cierto punto decidieron frenar y tomarse un descanso. Porque aún seguía siendo de noche.

Addie Bagler Y La Maldición Del Sueño © #1 [COMPLETA]Where stories live. Discover now