Cinco

204 21 7
                                    


Volvió a recostarse sobre el respaldo de su silla y su rostro resplandeció. Yo aún me recriminaba la respuesta que acababa de darle. Como si no decidiera su posición, se inclinó hacia adelante y tomó su gran taza de café con leche sin quitarme los ojos de encima. Miré hacia otro lado.

—¿Cuántos años tienes? —pregunté.

—Veintiuno —respondió mientras bebía.

—Eres un niño.

—No lo soy. ¿Y tú qué edad?

—Veinticinco.

—¿Ves? Poca diferencia.

Busqué focalizarme en otra cosa que no fuera su rostro, blanco, anguloso, hermoso. Estaba comenzando a sentirme un poco incómodo, aquello sí que estaba tomando los matices de una primera cita.

—¿A qué te dedicas? —preguntó.

—Un poco de todo —me encogí de hombros.

—¿Un poco de todo? Acaso, ¿eres acompañante masculino? ¿Me vas a cobrar? Mira que no tengo dinero, eh; pero lo consigo de donde sea.

—¡No, idiota! —reí.

—Menos mal —hizo un gesto exagerado fingiendo secarse el sudor de la frente—. Entonces sé más específico, ¿quieres?

—Digamos que toda la vida he querido ser actor —suspiré—, luego cantante; pero me mantengo filmando comerciales y haciendo fotos para publicidades.

—¡Eres modelo! Debí saberlo, con semejante apariencia.

—No, no —interrumpí, algo avergonzado—. No me gusta llamarme así, me parece que es una falta de respeto para los verdaderos modelos.

—Pero, ¿por qué? Tienes la altura, tienes la pinta.

—OK, está bien, pero mejor digamos que soy un actor que trabaja en publicidad; me hace sentir más cómodo.

Sonrió, con la expresión de "estoy empezando a conocerte" dibujada en el rostro.

—¿Y tú? ¿A qué te dedicas? —quise saber.

—Estudio Administración de Empresas.

—¿No trabajas?

—No —respondió, también un poco avergonzado.

Aproveché eso para burlarme. Haciendo el gesto de "mira tú".

—Un nene de papá, entonces —rematé.

—No soy un nene de papá, tengo solo veintiún años.

—Lo que dije antes, apenas un niño.

—Parece que tienes ganas de pelear, estamos saltándonos las citas. Avanzamos demasiado rápido —rio.

Su comentario me causó mucha gracia.

—Y, ¿en qué cita se supone que estaríamos?

—No sé, la pelea viene como en la ¿quinta?

—Digamos que es algo exprés, entonces. Así después cada uno puede hacer su vida y tú puedes seguir haciendo el truco ese, con el mapa y la cámara de fotos para cazar chicos locales, ya que tanto te gustan.

Dibujó otra vez aquella sonrisa de lado y permaneció en silencio, contemplándome.

—Eres un peleador, puedo darme cuenta. Pero eso solo quiere decir una cosa.

—¿Qué quiere decir?

—Que estás tratando de protegerte, porque tienes miedo a que vean cómo realmente eres.

LA ETERNIDAD DE UN AMOR EFÍMERO - Buenos AiresWhere stories live. Discover now