• Castellanos Figueroa

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Otra criatura en falta desvelada en las solitarias noches de ausencia y de incomprensión que esperanzada aviva la sombra de lo ajeno. Percibido en sentidos y almacenado en fantasías lo conserva bajo la oscuridad de las nocturnas en donde la fusión se hace posible.

Sólo en sueños estaba hasta que las penumbras que adornaban sus párpados despertaron, ansiando más que las sombras del pasado que por su lado fugaces pasaron ignorando lo sentido en un latido gritado y en un palpito bramado. Soñarlo no basta, pensarlo, imaginarlo, desearlo, recordarlo, rogarlo e inventarlo. Suponerlo e idearlo ya es insuficiente.

Despierta. Alina abre los ojos aún tendida entre las extensas capas que la rodean sin cesar hundiéndola en el nivel cuyo cimiento es peor e inalcanzable es su superficie. Aunque ha despertado todavía está oscuro. Reconoce la noche, su compañera de deseos y cómplice de ideas, que aún la acompaña. Todo lo que añora su corazón entonces es posible, incluso verlo.

No hay un techo que limite sus sueños, abre los ojos y yace bajo un horizonte de luces. Nada distante de la realidad lo ve suspendido en el aire, tan lejos de ella como puede estar, ajeno, inalcanzable, fulgente y fugaz. En otra vida hubiese sido solo otra esfera más de gas brillante e hirviente que tiene cientos de espectadores pero ella lo reconoce en aquella crema de estrellas. Aitor, aquella estrella sin igual, brilla incesantemente en el horizonte donde ella puede admirarlo pero nunca, ni por error, puede alcanzarlo.

Alina lo ve, tiembla ante su presencia pero por fin su mirada no desciende, lo examina y finalmente, como es usual, lo deja ir.

Si no existiese lo haría a semejanza de su anhelo, pero este aunque inconquistable ya es aplastantemente real. Simplemente no puede alcanzarlo, por lo que caminará por un camino distinto aún de noche.

Microcosmos; ftsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora