Capitulo XIV - Uma

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Era ya temprano por la mañana, estaba totalmente agotada y exhausta, el cortejo fue aparatoso, ridículo y aburrido, pero mi madre seguía empeñada en que el príncipe de Crownlands era un buen partido para mí, cuando sentí que alguien abría la puerta me desperté, era Hevea mi dama de compañía.

- Heve... Estoy cansada... - bostecé y me levante quitándome el cabello de la cara mientras veía la cuna de mi bebé, Lynae seguía dormida mientras Celdric también se despertaba en su cuna.

- lo siento lady Uma... Su madre quería avisarle de que ya la comida está hecha... - Hevea llevaba el cabello recogido en un gorro blanco y un vestido marrón con un delantal de lana basta, mientras me terminé de levantar me senté casi que dormida en frente del espejo de mi peinadora.

- Dile a mi madre... Que me deje... Arreglarme y ya voy - me daban de decirle "de joder" pero no sería bonito empezar el día con una pelea, mientras mi dama de compañía arreglaba a los niños me peiné un poco, me puse perfume y un vestido decente para lavarme la cara y las manos en el tocador.

Hevea había salido y había dejado a los niños mientras yo sonreía dándole besitos a los dos, mi príncipe y mi princesa, cuando terminé de arreglarme bajé al comedor de la casa mi sonrisa se desvaneció, allí estaba ese tonto otra vez.

- ¡Mi lady! - el fulano príncipe de Crownlands, Charles Rivoir, el prototipo perfecto de idiota, con la cabeza hueca y llena de aire como una tripa inflada, con el ego más alto que un gigante de Invelth y más terco que un misionero padriano, estaba ahí como un pasmarote sonriente al puesto de honor en la mesa.

- Majestad... Madre... Porque no me dijiste que su majestad vendría de visita - miré a mi madre con rabia en los ojos y una sonrisa suave en el rostro.

- Oh hija, creí que era pertinente decirte que su majestad y yo habíamos hablado hace poco y el insistió en venir. - mi madre estaba allí tan sonriente como su nuevo esposo, el mercader más rico de todo Puerto de la Reina.

El señor Otto Vêrust, se había casado con ella creyendo que tendría todo, pero no pudo alcanzar ni un tercio de nuestros fondos en la dote de mi madre, ese par de dos sentados alrededor de ella me causaban nauseas.

- Ven Úrsula, siéntate acá con nosotros hija - el esposo de mi madre, le sacaba al menos diez años y hacía nuestras vidas miserables, al menos la mía.

- Si... Ya voy - cada paso a la mesa era como si me volviesen a llevar arrastrada por cadenas los esclavistas a la palestra.

Nos sentamos y se sirvió el desayuno, fruta fresca, pan negro y caldo de verduras, sencillo, aburrido y común como mi padrastro y mi supuesto pretendiente.

- Oigan, mi señora... Señorita, siempre he querido saber cómo fue que llegaron a mi destino, aprovechando que su majestad nos honra con su presencia... - mi padrastro habló y enseguida mi madre me miró de soslayo.

- cariño... Ahora no es momento para esos temas - ella le apretaba el brazo levemente con una mano.

Mientras yo comía una manzana miré a los lados y me di cuenta que la casa estaba llena de guardias. - Nos honra con su presencia y la de su guardia real completa al parecer... -

- Uma... Por dios... Ya deja de ser tan ofensiva - mi madre para casarse con aquel tipo había renunciado a los dioses y se había convertido al padrianismo, ella pretendía que arrastrarme a su mugriento templo lleno de velas de cebo y perfumes rancios me haría a mi convertirme.

- No no mi señora, no os preocupéis, lo que me encanta de Uma es ese toque mordaz y jocoso de su ser - el príncipe me miró y yo dejé de lado el trozo de manzana. - Me haría el honor lady Úrsula... De decir la historia –

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⏰ Last updated: Jun 24, 2020 ⏰

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La Princesa y El JenariWhere stories live. Discover now