capítulo seis

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Dejar de respirar, ¿Eso querría Lionel? Pensó una voz racional que no escuchaba todos los días.

Por supuesto que no, aún con todo lo que le pasó, aún muerto, seguiría queriendo a su hermana.

Levantó su cabeza rápidamente. "Lionel querría una vida normal si hubiera podido dármela". Pensó. Debía intentarlo por él. Pero era tan difícil con esas voces susurrantes rondando por su cabeza, diciéndole que lo haga, que se mate de una vez y las dejara contentas.

Se odiaba tanto. Lloró boca abajo para ahogar sollozos. Tembló como si muriera de frío, lo que siempre pasa cuando recuerda su pasado. Se tapó con la manta doblada de un material cálido y cuando dejó de sollozar, cayó totalmente dormida.

Después del almuerzo, el cual le pareció tan extraño a Sean, fue a encerrarse en su estudio a trabajar como todas las tardes. No acostumbraba a comer con alguien que lo haya esperado. Sus empleadas ya habrían comido para el tiempo en que llegaba, y casi no hablaban cuando les dirigía la palabra. Si no eran señoras mayores que vivían cuestionándolo, las más jóvenes siempre querían algo de él. Dinero, sexo, compromiso. No sintió amor por ninguna de esas mujeres. Nunca. Le dolía de una manera el desinterés a las otras chicas que querían salir con él. Le aburría de una manera dañina y enferma.

Las relaciones amorosas nunca habían sido su fuerte, tuvo casi cinco de ellas. Tan vacías para él. Poca atención. Siempre eran poco duraderas y artificiales, casi siempre sus parejas terminaban interesándose en el dinero, o simplemente dejándolo por sus obsesiones con la limpieza. Se sentía desafortunado, aunque el sexo era bueno, nunca dejaba mucho más que desear. Le deprimía de una cierta manera. La soledad nunca le gustó, por más que haya tratado de acostumbrarse a ella. Por lo menos intentaba conocer gente nueva y no cerrarse en un círculo de dolor donde su trastorno aumentaba. Empezaba a rascarse sus manos y brazos con ansiedad hasta que se dio cuenta y paró. Sus manos habían empezado a enrojecer. Respiró hondo para controlarse y no echar un envase entero del alcohol en gel en la zona irritada de sus manos y muñecas.

Se concentró en su trabajo en cuanto terminó de comer y se cambió a una ropa más cómoda. Tal vez saldría a correr cuando cayera la noche. Habló con su abogado, controló sus emails prioritarios mandados por su secretaria y llamó a su contador para que le entregue informes de —con suerte— buenas cifras. Después de más trabajo de administración de sus sucursales y planes para innovar en unos detalles le dio hambre.

Eran las cinco y cuarto de la tarde cuando escuchó un grito y un par de golpes secos en la sala de estar. Se levantó de su asiento rápidamente y corrió hacia los sillones para ver a Jules incorporándose hasta quedar sentada en el suelo, con el pelo totalmente revuelto y una expresión queda. Probablemente enfrascada en un pensamiento. Deseó saber qué estaba pensando y por qué había gritado. Tenía la mano apoyada en la frente.

—¿Estás bien? —Se preocupó. Había corrido hacia el living apenas escuchó el grito.

Jules gimió una especie de "¿Mhm?" —¿Por qué estaría mal? —Dijo como si nada hubiera pasado. Culpable como si en vez de haberse golpeado hubiera estado robando, atrapada con las manos en la masa.

—Se escuchó un grito. —Aclaró.

—Oh. Eso. Fue una pesadilla, eso es todo —Dijo neutral. La pesadilla había consistido en un galpón horrible con ella a la edad de unos dieciséis años. Cuatro hombres la habían atado. La estaban golpeando, iban a hacerle algo, algo horrible. Se retorció hasta que se había liberado. Había caído del sillón, golpeándose la cabeza. Un hilillo de sangre empezaba a descender del pequeño corte que estaba tapando.

—Jules, tu cabeza... —Dijo despacio, tocándose la frente como si la herida la tuviera él.

—Me caí. Mi cabeza golpeó con la mesa. Estoy bien. —Le solía decir lo mismo a su hermano con mentiras cuando volvía de los entrenamientos que odiaba. Pero ésta vez era verdad. Era lo único que podía hacer para sobrevivir en ese mundo, y haría lo posible para sobrevivir a ella misma.

break out © [español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora