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Habían pasado ya dos meses desde la muerte del Hokage y con ello, de la muerte del ultimo familiar de Juuri y de uno de sus amigos, también, habían pasado dos meses desde que había recibido las heridas en sus brazos, aunque tenía a Tsunade para curarla, ella sabía que necesitaba que Juuri quisiera ser curada, pero ya que la voluntad había abandonado su cuerpo, la curación no se podía llevar a cabo, además de que estaba tan débil que no creía que pudiera resistir el proceso.

Juuri había pasado las últimas dos semanas tratando de arreglar la mansión, pero había desistido, sus extremidades le dolían y el dorso de sus brazos ardía aún por las quemaduras que había recibido, así que con mucha frecuencia se encontraba acostada en su habitación, con los ojos cerrados, como si hubiera muerto, en cierto sentido, deseando estarlo.

Sin embargo, en su rutina, la última semana había algo que había cambiado, cada noche, cerca de las dos de la madrugada, el aire que entraba por su ventana adquiría un aroma distinto y aunque permanecía así casi por unas horas, ella no se atrevía a abrir los ojos, no quería lástima de esa persona que olía a pasto, humedad y a flores silvestres con un toque salvaje, esa persona que había molestado en su juventud, cuando las cosas tenían más sentido y con la cual había crecido, hasta hacerse más cercanos.

Siguiendo su rutina, Juuri fue a dormir luego de vagar por las ruinas de la mansión, toda la entrada principal estaba completamente destruida, así que tenía que entrar por un agujero en la pared para ir a las escaleras que la llevaban a su cuarto, aunque tenía dinero para repararla, seguía sin tener el ánimo.

*Cierto... Tengo dinero, mucho dinero, tal vez podría vivir una vida modesta hasta que deba morir, si me quedo sin plata, podría vender la mansión y comprar un pequeño departamento, que no requiera mucho mantenimiento, tal vez así...*

Mientras divagaba, se terminó quedando dormida, sin embargo, a sus sueños solo acudieron llamas, dolor y muerte, así que no tardó en despertarse completamente agitada, una fina capa de sudor la cubría y sus ojos estaban llorosos. Iba a derramar una lágrima, pero la contuvo cuando en la oscuridad, pudo oler de nuevo esa fragancia tan peculiar y única.

Con ella incorporada en su cama, mirando el piso, y aquel muchacho acostado en el marco de la ventana, la escena se tornó más tranquila paulatinamente, incluso, gracias a su entrenamiento ninja, aquella oscuridad poco a poco se fue haciendo más clara.

—¿No preguntarás que hago aquí? —le cuestionó el muchacho cuando la vio sentarse más cómodamente en su cama.

—No... no sé si preguntarte por hoy en específico o por los días pasados —contestó Juuri mientras se abrazaba las piernas, Kakashi descubrió con sorpresa que lo había notado—, ¿Puedo preguntar por qué ahora cubres tu ojo izquierdo?

—Obito y Rin están muertos —respondió Kakashi.

—Shen y mi abuelo también están muertos —contestó ella.

Kakashi no se sorprendió por la noticia, él había sido el que había encontrado a Juuri en los escombros de la mansión, y también sabía que Shen la había protegido con su cuerpo y sobre su abuelo, bueno, sabía que habían retirado su cadaver del patio, aunque por otro lado, a Juuri sí le sorprendió la muerte de Obito y de Rin, ahora eso contestaba a su constante pregunta de por qué no había sabido nada de ellos o minimo, los había visto.

La Ninja Lobo de KonohaWhere stories live. Discover now