Capítulo III

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G I R L F R I E N D

[🥀]

Tirado en la cama, observando simplemente el techo en el cual puede llegar a distinguir ciertas figuras realmente extrañas. Suspira, tratando de mantener la calma. Don Gato se acurruca a su lado, dirige su mano hacia la bola de pelo y la acaricia con suavidad. No debería sentirse así, emocionado y nervioso porque un hombre que acaba de conocer en persona se vaya a quedar un mes con él en su casa. Todo había sido tan espontáneo, sabía que probablemente el rubio iba a estar pegado a él, pero no que el mes lo iba a pasar en su casa, no es que le moleste, al revés, le gusta mucho la situación, su hogar no va a estar tan silencioso como suele estarlo, sabe que se lo va a pasar en grande con el menor.

—Ay, hijo mío,— habla entre suspiros,— ¿por qué me siento así?— Se pregunta a sí mismo, ríe en voz baja al escuchar un ruido en la habitación de al lado, se levanta dispuesto a ver qué es lo que está haciendo el falso albino.

Se sorprende ligeramente al ver como su gato toma delantera, estaba raro desde el punto de vista de Auron, él suele ser de esos gatos que no les gusta mucho que algún ser humano se les acerque, pero con Rubius fue diferente, lo olisqueó para comprobar si es que iba a ser de su confianza, dió un par de vueltas en torno al alto y maulló, parecía todo bien. Dejó al menor a su aire para que instalara sus cosas en la habitación que le había asignado, había cuatro cuartos, uno ocupado por el estudio de grabación, otro para él mismo, uno lleno de cosas que piensas que algún día utilizarás y el último cuarto, que se encontraba a su lado, que para suerte de Rubén, estaba libre. Toca la puerta que realmente ya está abierta, su gato se escurrió para poder entrar a curiosear dicho lugar.

— Tu gato en los stories de Instagram suele verse más... ¿Amargado?— el noruego señala al gato negro, se encuentra arriba en la cama, con toda la confianza se acuesta sobra la cama y observa al rubio con esos grandes ojos verdes.

— Mi hijo no es un amargado,— corrige el mayor— pero tienes razón, está extraño.

Rubius sonríe al ver como Auron se sienta en la cama al lado del gato, es verdad eso que dicen que las mascotas se parecen a los dueños. Mete una sudadera más en el armario que tiene la habitación, se da cuenta que las sudaderas son como su segunda piel, ya que casi todo lo que ha metido han sido sudaderas grandes y de todo los colores posibles.

— Dame una,— exigió el mayor, Rubius da media vuelta para encararlo— ¿Porfis?

— ¿Que te dé el qué?— Rubius encoje los hombros y frunce el ceño sumamente confundido.

— Una sudadera,— el mayor se levanta de la cama y ojea las sudaderas que ha colocado el visitante en el armario— tienes muchas, y no creo que la que escoja la vayas a echar mucho de menos.

Te he echado de menos, todo este tiempo...— el menor canturrea con un tono burlesco hacia el mayor, este ni se inmuta, es más, ha encontrado una sudadera y parece que no la vaya a soltar.

— Ya lo tengo superado, hombre.— Informa Raúl, inspecciona la sudadera, es negra y tiene unas letras blancas en la espalda y una en la parte izquierda del pecho.— Esta me gusta,— murmura, mira fijamente al falso albino, esperando si acepta el que se quede esa gran sudadera.— me la voy a quedar, así que no la vas a volver a ver nene.

— Ni siquiera me has preguntado si te la puedes quedar— reclama el menor tratando de fingir molestia, que obviamente se nota a kilómetros que es una mala actuación.

𝑮𝑰𝑹𝑳𝑭𝑹𝑰𝑬𝑵𝑫 •𝐑𝐮𝐛𝐢𝐮𝐬𝐩𝐥𝐚𝐲•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora