Una última vez

6 1 0
                                    


Lo observo, está serio, camina a mi lado mientras subimos hasta el apartamento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Lo observo, está serio, camina a mi lado mientras subimos hasta el apartamento. El elevador se abre y me deja pasar primero.

Fuimos al parque de diversiones, nos subimos a varios juegos y terminamos comiendo en un restaurante de comida italiana, su favorita. Recordamos varios momentos de nuestro noviazgo en los que íbamos a esos mismos lugares, recordamos lo bien que la pasábamos juntos, lo mucho que me hacían reír sus chistes de mal gusto.

Cuando estamos frente al apartamento, recuerdo la última vez que estuvimos aquí y los recuerdos me azotan como en golpes de cruda verdad.

―Bueno, ya te acompañé hasta casa, creo que debo irme.

―No, por favor, no todavía ―suplico.

―La verdad no estoy comprendiendo nada, Dayana.

―Solo... ¿Podemos entrar? ―Frunce su ceño―. No va a pasar nada.

Rasca su cabeza algo incómodo.

―Por favor, solo quiero cerrar este ciclo ―digo con tristeza.

―Está bien.

―¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? ―pregunto, con mis manos temblorosas, intento ocultarlas en los bolsillos de mi chamarra.

―Lo recuerdo ―contesta y sonríe. Al hacerlo veo cómo se marcan sus hoyuelos. Me sorprende el cambio de actitud, agradeciendo al mismo tiempo que la mala vibra se vaya del ambiente. Me guardo para mí la necesidad absurda de morder sus mejillas―. Habías tomado tanto que terminaste bailando encima de la mesa como maniaca.

―¡Ay, no! ―chillo, con el rubor esparciéndose en todo mi rostro, llena de vergüenza. Lo escucho emitir un pequeño sonido de su boca, uno que hace tanto no escuchaba y extrañaba obsesivamente. Uno risueño y burlista.

El lugar donde estamos es un apartamento que me pertenece, uno que hace dos años no uso, no desde la vez en que me emborraché en frente de él, como bien ha dicho. Esa vez solté todas las tormentas que llevaba encima y quedé desnuda ante él ―literal y metafóricamente hablando―, sí, fue la primera vez que hicimos el amor, no el sexo, el amor de verdad, física y verbal. La primera vez que los «te amo», significaron más que solo una simple gesticulación de boca. Me había perdido en él y él en mí, tan profundamente que casi parecía imposible poder romper aquél vínculo que habíamos construido a lo largo de tres años, en aquél momento.

―Es lo que siempre pasa después de que el alcohol te hace efecto ―prosigue, esta vez con lentitud e inseguridad, sin saber si es viable tocar el tema. Lo es, lo necesito, es la idea de todo esto―, estabas en una etapa muy difícil, Dayana, todo se fue de las manos. ―Aparta sus ojos de los míos para dirigirlos hasta el pequeño juego de sofá, que adorna una diminuta mesa de estar.

Camina dubitativo.

»Bueno, eso ya no importa. Me alegra volver a verte, y verte mejor de lo que imaginé.

Cupido me ha dado fuerte ©Where stories live. Discover now