Flor de papel

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―Mami, mami, cuéntanos la historia de la flor para la princesa ―me dice mi hija de tan solo cuatro años

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―Mami, mami, cuéntanos la historia de la flor para la princesa ―me dice mi hija de tan solo cuatro años.

―¿Otra vez? Pero si te la sabes de memoria, Lu ―replica su hermano un poco desesperado.

Lucía hace un puchero que a mí se me antoja súper tierno.

―Déjala, mi amor, yo se la contaré de nuevo ―le digo a mi hijo, que rueda sus ojos y sale de la habitación. Tiene tan solo siete años, pero dice que ya no está en edad de escuchar historias antes de dormir.

Miro a mi hija que tiene los ojitos centellantes de alegría y me siento a su lado en la cama. Por quinta vez en la semana, le relato la historia de cómo una princesa se enamoró de un príncipe gracias a una flor de papel y fueron felices para siempre.

―¿De nuevo la historia? ―pregunta mi esposo cuando regreso a nuestra habitación.

―Así es, ya sabes que la ama ―contesto, y me acomodo a su lado en la cama―. Y yo amo contársela.

―Creo que nunca vas a olvidarla, amor.

―No podría olvidarme jamás del día en que te conocí ―le digo, mientras acaricio su pecho desnudo.

Y es así, jamás podría olvidarme del día en que Cupido me tomó desprevenida, aprovechándose de su celebración y me flechó sin compasión.

Todo sucedió un 14 de Febrero...

―¡Ay, Sofi! ¿Y quién dice que el día de San Valentín hay que pasarlo estrictamente en pareja? También es el día de la amistad ―dice mi mejor amiga mientras dobla su ropa.

―Lo sé, pero tú eres la que tiene pareja, así que te toca salir con él, a mí no me andes halando como llaverito, ya sabes que odio ser el mal tercio ―digo volcando los ojos―. Además, mañana en la tarde tenemos examen y no puedo sacar una baja calificación, de las notas de este semestre depende mi beca, lo sabes.

―Sí, lo sé. Pero número uno, no vamos solo Jorge y yo; y segundo, hoy no vamos a llegar tan tarde y tienes toda la mañana para estudiar tranquilamente. ―Se acerca a mí y me toma la mano―, por favor, por favor, por favor, So. Di que sí, anda, tienes que salir, socializar... ¿Te imaginas que hoy conozcas el amor de tu vida? ―Levanta ambas cejas repetidamente.

―Ari, de verdad no quiero ir, no empieces de nuevo con lo mismo, ya sabes que no estoy buscando pareja. Aunque no lo creas disfruto mi soltería. ―Sigo ayudándole a doblar su ropa mientras intento convencerla, aunque sé que probablemente terminaré asistiendo a la dichosa reunión para no quedarme en casa sola, beberé uno que otro trago, me aburriré hasta el cansancio y mañana no podré estudiar porque estaré exhausta.

Ariela solo me mira, yo finalmente asiento

―Ok, ok. ―ruedo los ojos―, odio San Valentín. ―Salgo de la habitación y Ariela aplaude, me sigue dando saltitos como una niña pequeña cuando obtiene lo que quiere.

Cupido me ha dado fuerte ©Where stories live. Discover now