Bloqueo de Escritor

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El día más horrible de todos los días que he tenido

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El día más horrible de todos los días que he tenido. En una escala del uno al diez la cosa ronda por menos cinco. Y no es que el panorama tenga pinta de mejorar.

Me cubro la cabeza con una chaqueta, pero mi paraguas improvisado no funciona porque la lluvia me salpica por todos lados. Lo único que quiero es entrar a mi edificio, llegar a mi habitación y quitarme de una vez estos malditos tacones. Llevo aquí revisando mi bolso cinco minutos y ni rastro de las llaves.

No volveré a creer en las noticias del clima, esta mañana dijeron que estaría soleado toda la semana y yo me lo creí. Es que para boba, llámenme.

―¡Suan! ―me gritan―. ¿Qué haces parada aquí? Llueve fuerte.

Su pelo negro está medio andrajoso por el viento, pero aun así se le ve sexy. Supongo que aunque se quede calvo, Kennet siempre se verá bien. Puedo vivir con eso, es más, ni siquiera me molesta que no alargue el brazo para que me una a él debajo de su paraguas, pero este día, en este preciso momento, me hubiera gustado que tuviera ese gesto.

―¡Esto no es lluvia! ―replico de mal humor―. ¡Esto es un puto diluvio!

―Perdiste las llaves otra vez, ¿verdad? ―Levanto la vista y veo que ha sacado las suyas, se está mordiendo el labio inferior, como aguantando las ganas de burlarse por mi lenguaje extravagante.

―Las encontraré ―proclamo, él ríe.

Frunzo el ceño y evito mirarlo, porque cuando lo miras mucho no puedes evitar pensar que Dios fue injusto con algunos hombres. Kennet es guapo; yo lo sé, él lo sabe, y estoy segura de que toda la población femenina del edificio también lo sabe.

―¡Suan!

―¿Qué? ―pregunto parpadeando; me gotea el agua por las pestañas.

―Es la tercera vez en el mes. ―Me mira con reproche―. Tendrás que darme una copia de tu llave. No voy a seguir forzando la puerta.

¡Caramba! Yo no tengo mala memoria ni le ando pidiendo favores como pretende hacerme ver. Lo admito, a veces se me olvidan las cosas o le pido un poquito de café, pero es que si vive justo al lado, ¿qué le cuesta ser un buen vecino?

Imagino que quieren una explicación más amplia. Pues ahí les va.

Kennet es un tipo poco atento, sexy y exasperante; este último apelativo se lo atribuyo al bloqueo que tiene con una de sus novelas. Porque aclaro, mi vecino tiene dos aficiones favoritas en la vida: escribir y dejarme sin suministros de licor. De hecho, justo ahora mientras me regaña, estoy tratando de ocultar las cervezas que compré. Y es que luego de un día tan pésimo lo que quiero es llegar a casa y desconectarme del mundo, quizás un baño caliente, música o una buena película de Netflix. Pero no, la intuición me dice que eso está muy lejos de pasar.

―¡No te daré una copia! ―digo repentinamente―. Eh... Procuraré no perderlas de nuevo.

―Ajá. ―Niega riéndose―, tú solo tienes que creértelo. ―Pongo los ojos en blanco al oírlo. Como de costumbre, él entra primero al ascensor y la puerta casi se me cierra en la nariz―. ¿Qué no he visto ya de tu apartamento?

Cupido me ha dado fuerte ©Where stories live. Discover now