23- Sin palabras

360 54 3
                                    

Día 47 de cuarentena total.

Abro mis ojos con desespero por tercera vez en la noche, pero sintiendo lo mismo por décima vez en todo el día. Me siento lo más rápido que puedo tratando de encontrar aire, pero es inútil, eso sólo logra asustarme y sofocarme más.

En medio de la oscuridad busco mi inhalador a tientas, inhalador que ya no me sirve, ya no me brinda esa seguridad de vida, pero lo utilizo por la costumbre y con cierto apiste de esperanza.

Quiero dejar de sentir esto.

Coloco el pequeño objeto de plástico entre mis temblorosos labios. Cierro mis ojos llorosos con la esperanza de que esta vez sí funcione, pero para mí mala suerte no es así. Aprieto el medicamento dos veces más, pero es inútil.

Tengo miedo.

Agarro mi pecho con fuerza tratando de amortiguar el dolor, ese dolor intenso que amenaza con parar mi corazón en cualquier momento, pero este intento es una pérdida de tiempo, el dolor aumenta. Mis latidos se encuentran acelerados, la adrenalina inunda mi ser logrando que me altere aún más.

Siento como mis pulmones arden por la falta de oxígeno, pero haciendo un esfuerzo más me regalan el poco aire que le quedan, ese suspiro tembloroso deja mis labios haciéndome ver todo negro una vez más.

....

Abro mis ojos despacio, el sol matutino inunda toda mi habitación dándole un toque alegre, cálido.

Me siento sobre la cama mirando mi alrededor, quiero ver cuanto desastre hice.

La sábana yace tirada sobre el suelo, a una distancia bastante alejada para ser sincera. Mi almohada se encuentra oculta de mi campo de visión ¿dónde estará?, puedo apostar lo que sea a que mi cabello está todo desordenado, como si dos aves hubieran tenido una intensa pelea allí.

Alzo la mirada para ver hacia el techo en un intento de orar, pero un ardor me obliga a enderezarme otra vez.

Toco mi cuello arrepintiéndome al instante ¿qué me hice? Agarro mi celular y enciendo la cámara, me doy cuenta que largos arañazos adornan mi cuello, desde la clavícula hasta mi pecho.

Esto no puedo ocultarlo.

También noto mi cara brillante, mis ojos se encuentran apagados y unas manchas oscuras decoran la parte inferior de estos. Toco mi frente percatándome que está empapada, hago lo mismo con mis brazos y piernas notando que están igual de húmedos. Estoy sudando demasiado, pero tengo frío.

Una sonrisa deja de mis labios, sonrisa que no combina nada con mis ojos llorosos, me siento tan impotente por no saber lo que tengo, estoy casi segura que esto no es normal.

Intento ponerme de pie, pero desisto de la idea. Todo mi cuerpo duele como si una tonelada de concreto seco hubiera sido vaciado sobre mí. También siento mis ojos secos a pesar de estar húmedos. No quiero estar así.

Miro a un lado encontrándome con mi viejo cuaderno musical, su cubierta marrón me saluda, literalmente me saluda, ya que un dibujo de una mini Susan extendiendo la mano es lo que se encuentra allí.

Si mal no recuerdo lo tengo desde que cumplí 12, ese dibujo lo había hecho Josefin como regalo de "despedida", justo antes de mi cumpleaños, ¿a esa edad Fernando empezó a tomar fotos no? Y fue cuando su hermano se fue también. Somos muy parecidos para ser franca.

Abro dicho cuaderno con lentitud, sus hojas amarillentas me traen tantos recuerdos, cada verso era como una protesta. Recuerdo que cuando mi padre no me dejaba hacer algo yo me encerraba en mi habitación a escribir, utilizaba ideas sobre flores o animales y explicaba mi enojo de una forma limpia y poética. Como cualquier canción que usa a un tercero para expresar sus desgracias.

Mi Amor En Tiempos De Cuarentena [Terminada 🧠] [Editada🧠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora