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— Hora de apagar las luces — se escuchaba al profesor Oda atravesar el pasillo de los dormitorios de los chicos, mientras iba revisando que todos estuvieran dentro de sus habitaciones — Dazai — abrió la puerta del menor — Las luces —

— ¿Cómo lo hiciste Odasaku? —

— ¿Qué cosa? —

— Regresar tan rápido —

— Hace tres horas que salimos de tu casa Dazai, o casi lo olvidaba, Mori san me encargó darte esto— Oda le paso un sobrecito con una pastilla — Toma tu medicina y apaga las luces —

— Pero —

— Vamos tómala —

— Odasaku —

— ¿Qué pasa? —

— ¿Puedo ir a ver a Chuuya? — Oda suspiró, esos ojos de gatito que Dazai le hacía eran efectivos — ¿Como un permiso especial? Porque somos amigos ¿Sí? —

— Aunque te dejara, no lo verías, no ha regresado —

— ¡Pero ya pasó el toque de queda! —

— Pero no lo han traído, estando con sus padres la escuela no pude hacer nada, se paciente, seguro lo podrás ver mañana — Dazai hizo un puchero y como Oda no salía de su habitación, se tomó la pastilla y se metió en la cama — Buenas noches Dazai —le dijo el mayor, cerrando su puerta una vez la luz fue apagada.

A través de la oscuridad, recorriendo los pasillos de la escuela a toda prisa, intentado no llamar la atención de los vigilantes, el chico corría hacia los dormitorio, ya era más de media noche.

Dazai recostado en su cama intentaba mantenerse despierto, se negaba a pensar que Chuuya no cumpliera con su palabra, pero el sueño lo estaba venciendo. Como medida para mantense despierto había dejado la ventana abierta, pero el frío de la noche se estaba colando y ahora no sólo se moría de sueño, sino que también de frío, removiéndose entre las cobijas se hizo bolita y cerró sus ojos. No supo cuánto tiempo pasó de eso, hasta que sintió unas manos heladas sobre su mejilla igual de fría.

— Te vas a enfermar — decía Chuuya, cerrando la ventana.

Con los ojos entreabiertos Dazai intentaba enfocar a Chuuya — ¿Qué haces? —

— Saco otra cobija, estás helado —

— No, quiero decir — Dazai parpadeó un par de veces sentándose en su cama — Creí que seguías secuestrado por tus padres —

— Me escapé — le respondió Chuuya, metiéndose en su cama, recostándose a su lado. Dazai abrió mucho los ojos, no se esperaba esa respuesta — Vamos recuéstate — le dijo Chuuya con los brazos abiertos — Pareces una paleta, sigues helado —

Dazai no esperó más y se enredó en los brazos de Chuuya — ¿Por qué te escapaste? — le susurró, estaban tan cerca que sus alientos se mezclaban.

— ¿Hubieras esperado a mañana? — pregunto condescendiente Chuuya.

— Prometiste dormir conmigo hoy — hizo un puchero Dazai.

Chuuya volvió a acariciar la mejilla de Dazai, ahora mucho más cálida — Por eso me escapé, Randou quería que traerme en la mañana —

— Eres un rebelde — le sonrió Dazai dejándose mimar.

— ¡Ah! — paro sus caricias de pronto Chuuya — Tendrás que ayudarme con la moto —

— ¿La trajiste? —

CandyOù les histoires vivent. Découvrez maintenant