16: ༉‧𝘴𝘸𝘦𝘦𝘵 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘵₊˚⛪✧

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El sonido de las oraciones del cura eran lo único que resonaba dentro de aquellas paredes, el escalofriante eco de la mujer sentada frente al piano, tocando un lenta y pavorosa tonada que causaba leves temblores en el peliazul, que permanecía junto a un aún dolido Beomgyu, permanecía cabizbajo mientras suavemente tamborileaba sus dedos con nerviosismo contra el dorso de su mano, mientras que lágrimas aún incontrolables se deslizaban muy silenciosamente sobre sus mejillas, mordía su labio inferior en busca de contener los sollozos..pero, ¿Cómo podría hacerlo?, aquel hombre fue una de las pocas personas que le había ayudado cuando apenas había llegado a aquel lugar, su guía cuando se perdía en la ciudad era nada más y nada menos que Darren, y su segundo hogar prácticamente había sido aquella feria, y su segunda familia era él, con sus palabras de aliento, motivandolo a seguir con sus estudios, y haciéndolo reir cuando extrañaba a su madre, simplemente él había sido lo más cercano a un padre que Beomgyu había tenido. Un pequeño sollozo se escapó de entre sus labios, logrando que el peliazul junto a él simplemente pudiera mirarlo con ojos entristecidos, tomó al menor por los hombros y posó su cabeza en su pecho.
Ellos eran de las pocas personas que habían asistido al funeral de Chen Darren, era una persona tan bondadosa como carismática, y para nada se había merecido aquello, simplemente era un ángel que no merecía estar allí, al menos así decían las palabras de Yeonjun dirigidas al rubio aún entre sus brazos.
Al terminar las oraciones cada uno podía acercarse al ataúd para despedirse finalmente del hombre, y ambos jóvenes no fueron la excepción, hicieron una pequeña fila constituída por una mujer castaña, de unos cuarenta años sumida en lágrimas, acompañada por dos muchachos de cerca de unos veinte años cada uno, y no tardaron en deducir que probablemente se trataba de la familia de Darren, esto los puso aún más melancólicos. Finalmente llegó su turno de despedirse, ambos dirigieron su paso lentamente hacia el ataúd, junto a él había un marco con la foto del sonriente hombre en él, acompañado por un círculo de flores color lila.

-Adiós, grandulón- Dijo en tono bajo el rubio con su manos sujetadas a la del peliazul a su lado. -Te extrañaré, ¿Lo sabes?- Sollozó, derramando así varias lágrimas. -Siempre serás mi guía, te adoraré tanto como adoro a mi madre, y prometo no olvidarte hasta que deje de respirar...Te quiero- Terminó este con los ojos hinchados, permitiéndole hablar esta vez a Yeonjun.

-Adiós, Darren...no nos conocimos lo suficiente, pero sé que eras alguien increíble- Miraba la foto del hombre como si del padre de Beomgyu se tratase -se que serás el mejor ángel del cielo- Dijo con seguridad, y los ojos algo cristalizados.

Ambos jóvenes entre lágrimas e hipos dirigieron su paso hacia la salida de la iglesia, y con sus manos entrelazadas y labios hinchados caminaron hacia el auto que Yeonjun había alquilado. Una vez adentro y sus cinturones abrochados, Beomgyu tomó tanto aire como se lo permitían sus pulmones, y exhaló lo más profundo que pudo, sus ojos permanecían cerrados, y se abrían lenta y cansadamente mientras que el peliazul sujetaba con ambas manos el volante, aún sin encender el auto.

-Lo lamento- Soltó repentinamente el rubio sin mirar a su acompañante.

-¿Por qué lo lamentas?-

-Te vas mañana..y esta no es la mejor manera de terminar..- Hizo una pequeña pausa, quiso pensar mejor sus palabras pero su cansada cabeza no se lo permitió. -¿Esto?- Terminó dudoso, a lo que Yeonjun simplemente mostró una mueca de comprensión.

-No es tu culpa, Beomy, por favor no te lamentes por algo que tú no hiciste- Dijo en el intento de mejorar el ánimo del rubio a su lado, al ver que no lo había logrado con suavidad tomó el rostro de este entre sus manos, y al verlo así, tan triste, le partía el corazón en pequeñísimos fragmentos, pero a pesar de eso y las pequeñas ojeras debajo de sus pestañas, Beomgyu seguía siendo la más bella obra de arte ante los ojos de Yeonjun. -Te adoro, ¿lo sabes?, esta tampoco era mi idea acerca de hoy, pero quiero que sepas que no me importa como termine este día mientras lo termine junto a tí, ¿Entiendes?- Dijo con firmeza, aunque lo más suave que pudo, acariciando casi instantáneamente el alma del más bajo, que le dedicó una sonrisa, no era una sonrisa triste, tampoco llegaba a ser una feliz, pero al peliazul no le importaba.

Esbozando una pequeña sonrisa unió sus labios en un beso, tan necesitado como suave, sus ojos permanecían cerrados mientras que los brazos del rubio se aferraban con necesidad de cercanía al cuello del peliazul, que ahora lo agarraba por la cintura, y con delicadeza lo sentó sobre él, logrando obtener al fin esa cercanía que anhelaba hace tanto. La tristeza no desaparecía así como así, pero de un instante a otro, ambos se encontraban en otro mundo, otra vida, una en la que todo era tan simplemente perfecto, una vida en la que nadie se apartaba de sus lados, una en la que ellos podían permanecer juntos hasta que envejecieran, y aunque los dos sabían que eso no era posible, se aferraron a lo que más les importaba en este momento, en este mundo, en esta vida. Yeonjun rodeaba con sus brazos la cintura del más pequeño, mientras que este acariciaba sus azules cabellos, separaron lentamente sus ahora hinchados y rosados labios, sus respiraciones agitadas se coordinaban con en subir y bajar de sus pechos, a la vez que sus corazones palpitaban fuertemente. Cada una de sus facciones reflejeaba deseo por más, y aunque el tesoro más anhelado de ambos fuera la cercanía del contrario, los dos sabían que no podían pasarse la tarde allí, el tiempo volaba, cada día, cada minuto, cada segundo más rápido, y en un pestañear de ojos estarían parados en el aeropuerto despidiendose, y claro que eso iba a ser lo más doloroso por lo que hubiesen pasado.

-Debemos irnos si no queremos desperdiciar nuestro día- Dijo Yeonjun entre triste y reconfortante.

-Lo sé..¿A dónde quieres ir?- Cuestionó este aún aferrado al contrario, pegando su frente contra la de este.

-¿Que tal a la playa? Es decir no la mía, la playa en donde hay árboles, nos sacaremos fotos, ¿Te parece?-

Beomgyu dudó un momento, no por que no le gustara el lugar, simplemente pensaba en más posibles lugares, pero terminó por esbozar una pequeña sonrisa y digirirle una mirada tan llena de amor que casi termina por derretir al peliazul.

-Me encantaría-

-Entonces lo más conveniente sería que vuelvas a tu asiento- Dijo a la vez que palmeaba el pecho del rubio aún sobre sus piernas.

-Hmm, solo un rato más- Suavemente con sus brazos volvió a rodear por el cuello al peliazul, siendo inmediatamente abrazado por la cintura.

-Gyu-

-Dime-

-Eres lo más preciado que he llegado a tener, ¿Lo sabes?-

E inmediatamente el alma del rubio se estrujó, al llegar al Caribe nunca de hubiese imaginado que se enamoraría del joven frente a él, y el hecho que tan solo faltaran horas para su partida hacían que el estómago se le cerrara.

-Y tú eres lo más preciado que jamás soltaré..-

Ambos se aferraron uno del otro como si de esto dependiesen, mientras que Beomgyu apoyaba su barbilla en el hombro del peliazul, el susodicho escondía todo su rostro en su pecho en busca de algo de contención, realmente la melancolía lo atormentaba desde el día anterior, ¿por qué no podía ser así para siempre? Pensaba a la par que Beomgyu volvía al asiento del copiloto y emprendían viaje hacia aquellas bellas costas.

୧ *·˚ ʲᵘˢᵗ ᵃⁿᵒᵗʰᵉʳ ˡⁱᶠᵉ┆↰ 𝘠𝘦𝘰𝘯𝘎𝘺𝘶Where stories live. Discover now